El acoso escolar está en nuestros centros

Hoy 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el Acoso Escolar. Un día que arroja cifras preocupantes sobre la incidencia del acoso escolar en las aulas españolas. Aprovecho para hacer una entrada con aportaciones de varias fuentes, informes, proyectos y artículos personales sobre el tema.

QUÉ ES EL ACOSO ESCOLAR

Hablamos de acoso entre iguales cuando un grupo de chicos o chicas se meten con otro igual realizando agresiones físicas, verbales, humillaciones en público, desprecios, etc. Hablamos de daño físico, psicológico o verbal durante un tiempo continuado y no esporádico. Suele ser más habitual que los chicos tengan algún más componente más físico en las agresiones (puñetazos, collejas, pasillos, zancadillas en el patio…) mientras que en las chicas sea más psicológico (insultos, hacer el vacío, cambiar de conversación cuando se acerca la acosada al grupo… ) aunque las formas de agresión son interminables, incluyendo, desde luego, las que se producen usando Internet, a través de las redes sociales o el WhatsApp, hablando en este caso de ciberacoso. Una de las cuestiones importantes es que las agresiones suelen realizarse en espacios y momentos en los que no hay adultos que puedan mediar o frenarlas, de modo que suelen ser invisibles para nosotros, profesores o familiares. Los menores que sufren acoso, en definitiva, sufren, sufren mucho y durante mucho tiempo.

Para que haya una víctima o acosado, tiene que haber alguien que es acosador y un grupo de personas del entorno de éste que, o bien directamente participan en las agresiones, o bien se mantienen ajenos y pasivos a las mismas a pesar de ser testigos. En ambos casos, existe un denominador común emocional, que es la falta de empatía hacia la víctima, hacia su sufrimiento, presentando un bajo nivel de desarrollo moral en todo caso. El agresor, o agresora, por su parte, tiene una total ausencia de empatía y, además, suele tener un perfil de baja autoestima que trata de suplir sintiéndose mejor al realizar las agresiones. El sentimiento de superioridad que le da meterse con alguien que no es capaz de responder, le refuerza de forma gradual en sus actos agresivos hasta que no haya alguien que frene de raíz esas conductas.

La persona que es víctima del acoso es siempre alguien que no es capaz, por sus condiciones personales o por sus habilidades sociales, de enfrentarse a la persona que inicia el acoso. Puede ser alguien diferente al grupo de iguales, tener algún tipo de discapacidad, alguna diferencia en el rendimiento académico, en los intereses personales o sociales, condición sexual… el catálogo es tan diverso como los son los chicos y las chicas acosadas. Lo único en común es que la respuesta frente a la agresión que sufren no es tan contundente como para frenarla, por lo que interiorizan un sentimiento de indefensión aprendida que se acrecienta al no comprender los motivos del acoso. La condición de víctima, por otra parte, aumenta cuando ve que sus compañeros asisten impasibles ante las agresiones que sufre sin sentirse apoyada o defendida. Cuando el acoso se prolonga en el tiempo o éste da el salto a Internet, puede llegar al suicidio mismo, como le ocurrió a esta adolescente de Madrid, o le ocurrió a Amanda Todd en Canadá en uno de los casos más famosos por dejar grabado en un vídeo su testimonio.

No habría acoso sin que las personas que están alrededor de la víctima tuvieran un papel activo en su defensa. Son los amigos del acosador -o incluso de la víctima- quienes con su pasividad, su indiferencia y su falta de respuestas, acrecientan el sufrimiento de la víctima al no encontrar ayuda externa para frenar las agresiones. Tan importante es el papel de los espectadores pasivos en el proceso del acoso, que la ausencia de los mismos, o el cambio de rol de pasivos a activos en la defensa de la víctima, resuelve el acoso. Diríamos que los espectadores que toman parte activa en la ayuda de la víctima, son el colchón emocional y físico que ésta necesita para salir adelante.

LAS CIFRAS DEL ACOSO

No hay un acuerdo entre los expertos sobre las cifras del acoso, pero no hay duda de que la incidencia va en aumento. El último informe Yo a eso no juego, realizado por Save The Children sobre acoso y ciberacoso en España con entrevistas a 21.487 alumnos de secundaria ofrece unos datos contundentes. Uno de cada 10 adolescentes señala que ha sido víctima de acoso, un tercio reconoce haber agredido físicamente a otro compañero en los últimos dos meses y la mitad admite haber insultado. El diario El País publicó en febrero de 2016 los datos del informe que reproducimos a continuación.

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Por su parte, el estudio Cisneros habla de un 24 % de alumnos acosados de forma leve. Es decir, uno de cuatro escolares sufriría algún tipo de acoso. Si hablamos del acoso severo, «la horquilla razonable, según todos los trabajos, se sitúa entre el 5 y el 10 %, que ya es un dato muy elevado», precisa José Antonio Luengo, autor de la Guía Ciberbullying, prevenir y actuar y uno de los mayores experots españoles sobre el tema. En Galicia, por su parte, el Valedor do Pobo, la Xunta, Amtega y la Universidade de Santiago hicieron un estudio entre 44.000 estudiantes de 12 a 17 años, cuyos resultados arrojan que el 8,9 % de los encuestados admiten haberse sentido amenazados, acosados o humillados a través de Internet en el plazo de un año. Y además, un 6,8 % reconoce haber amenazado, acosado o humillado a otros. Si hablamos del ciberbullying, el acoso a través de Internet, las cifras están en torno al 8% en España algo por debajo de los países de nuestro entorno.

DETECTAR EL ACOSO

El acoso es difícil de detectar porque las personas acosadas temen decírselo a los demás para no sufrir más represalias. Sin embargo, padres y educadores debemos estar atentos a síntomas como éstos:

  • Le chillan o gritan
  • Le hacen gestos de burla o desprecio hacia él/ella
  • Se meten con él/ella por su forma de ser
  • Se burlan de su apariencia física
  • Le acusan de cosas que no ha dicho o hecho
  • Cuentan mentiras acerca de él/ella
  • Le insultan
  • Se ríen de él/ella cuando se equivoca
  • No le hablan
  • No le dejan hablar
  • Le llaman por motes que no le gustan
  • No le dejan jugar con ellos
  • Le amenazan con pegar
  • Le empujan
  • Le quitan material escolar
  • Le quitan el bocadillo en el recreo
  • Hablan sobre él/ella a sus espaldas
  • Le dejan fuera de eventos sociales
  • No quiere acudir al colegio o instituto

EFECTOS A LARGO PLAZO

Personas que han sufrido acoso escolar en su infancia o adolescencia relatan los efectos del mismo en la edad adulta, como refiere Jody Thomson en el HuffPost.

Sigo luchando con mi inseguridad y con mis problemas de autoestima. A veces me siento como esa niña sin hermanos, gordita, con gafas y presa de los matones. He recibido muchas sesiones de terapia a lo largo de los años y me sigue resultando difícil desentrañar hasta qué punto afectó a mi desarrollo y hasta qué punto afecta a mi salud mental ahora, pero está claro que ha impactado más de lo que debería.

Hoy sabemos que el acoso deja más secuelas que el maltrato por parte de adultos. Es tan serio, que las víctimas de este tipo de agresión son más susceptibles de padecer problemas de salud mental al llegar al final de la adolescencia que las personas vejadas por adultos. En especial, de ansiedad, aunque también (aunque aquí la distancia es más reducida) depresión y tendencia a autolesionarse o a tener ideas suicidas, según leemos en El País. Sin manejar investigaciones como el que recoge el periódico, he visto en mis años de orientador esos efectos negativos una y otra vez, teniendo que discutir en más de una ocasión con compañeros por la falta de verosimilitud hacia estos datos. Muchos no se lo creen.

TOMAR EN SERIO EL ACOSO

La primera reacción frente al acoso es tomar en serio la gravedad del asunto. Hay que conocer el fenómeno, las implicaciones que tiene y cómo actuar en cuanto nos encontremos ante un caso de acoso. Desgraciadamente, llevo años constatando como muchos alumnos que pasan al instituto arrastran un historial de acoso desde Educación Primaria sin que se hayan tomado medidas efectivas para frenar la situación. Algunas charlas para que dejen de meterse con la víctima, alguna amenaza de sanción, y muchas justificaciones de que siempre ha habido acoso y poco más. “Es que es blandito”, “es que tiene que aprender a defenderse” o frases parecidas que hacen que algunos alumnos en 1º de ESO cuenten con un trágico historial de acoso sin resolver. Es en el instituto cuando sale a la luz porque esos compañeros de Primaria siguen siéndolo en el Instituto al proceder del mismo centro. En otras ocasiones, son los centros privados los que no quieren ver manchada su reputación y, directamente, conminan a las familias a salir del centro o culpabilizarlas del problema, evitando tomar cartas en el asunto. Sea como fuere, mi experiencia, no tengo datos oficiales, es que prácticamente el 90% de los casos de acoso en el instituto comienzan antes de que los alumnos lleguen al mismo y, de no actuar, se prolongarían durante los años siguientes.

FALTA UN ESTRATEGIA ESTATAL FRENTE AL ACOSO

No existe en España una estrategia global a nivel estatal sobre el acoso y la convivencia. Es una de las carencias del sistema educativo. Directamente, el Ministerio de Educación ha decidido no actuar. Ni existen directrices, ni materiales específicos, ni existe una web dedicada al tema, ni existe un departamento sobre convivencia ni, desde luego, existe formación docente alguna. La convivencia no es una prioridad en la agenda del Ministerio de Educación. De las Comunidades Autónomas no puedo hablar, excepto en Madrid. Cierto que tampoco tenemos ni departamento de convivencia, ni formación docente, aunque sí un protocolo de actuación frente al acoso con unas responsabilidades muy definidas de los docentes, en especial, Director, Jefe de Estudios, Orientador y Tutor. Todo la legislación sobre convivencia en Madrid está en está página. Desde hace años que la convivencia dejó de ser una prioridad justo cuando más aumentan los casos de acoso entre iguales, tanto en los centros como en la Red.

PREVENIR, LA MEJOR ESTRATEGIA

He escrito previamente en el blog sobre el acoso escolar, explicando los actores del mismo, así como algunos mitos que existen, no voy a repetirlo. También tuve la oportunidad de hacer un programa sobre el acoso con José Antonio Luengo en el podcast A Golpe de Timbre. En ambos casos reflejé lo importante que es trabajar sobre la prevención del acoso en los centros mediante la creación de un clima de convivencia positivo. El propio José Antonio Luengo publicó en ABC 10 claves a desarrollar en los centros educativos para acabar con el acoso y es el aspecto preventivo el más importante, sin duda. Os copio literalmente las claves:

(1) Los equipos directivos expongan en cada uno de los grupos, en la primera quincena del curso, la importancia que el centro va a dar las relaciones entre las personas; y no solo desde la advertencia sino, más bien, desde el ejemplo, los valores compartidos, el diálogo y la participación. Deben o pueden convencer a sus alumnos que la convivencia va a ser el eje de la vida del centro. Pero que todos sepan, también, que se va a intervenir, con sensibilidad y criterio, pero con rapidez en situaciones de acoso entre compañeros. Todos van a participar con ideas y acciones. Pero tolerancia cero ante el maltrato. Ese es el trato.

(2) Se fomente el trabajo específico de las tutorías, en tiempo y calidad, con el apoyo especializado de los orientadores; dedicar tiempo es imprescindible. Sin tiempo efectivo en tarea, reflexionando, sensibilizando, dialogando, construyendo iniciativas entre todos, no hay propuesta que se sostenga.

(3) El profesorado, y especialmente los tutores, se comprometa, con especial sensibilidad, a la observación de las respuestas emocionales de sus alumnos en el día a día: silencios, escasa participación, soledad, tristeza… Interesarse y mostrarse cercano y disponible. Incondicionalmente.

(4) Se trabaje para reducir la violencia desde el trabajo con los grupos al completo, con todos los alumnos, con los observadores; desarrollando acciones para la reflexión y el compromiso de quienes suelen mirar hacia otro lado. Sabemos que si los observadores dan un paso hacia delante y defienden a quien sufre, la violencia se reduce sensiblemente. O desaparece.

(5) Se ponga en marcha, en el marco de las comisiones de convivencia, la creación de las figuras de responsables de convivencia entre el profesorado, y de delegados de convivencia del colectivo de padres y madres, y que sean conocidos unos y otros, y sus funciones (especialmente en ámbitos de valoración de conflictos, propuestas de resolución y mediación en el trabajo con familias), por toda la comunidad educativa.

(6) Se apueste por la participación y protagonismo del alumnado en el asesoramiento para la resolución de conflictos. Especialmente en secundaria, los proyectos actualmente existentes de mediación o de alumnado ayudante están dando excelentes resultados. Cuando quien informa, sensibiliza, forma y ayuda a los alumnos son los propios compañeros con más edad, la escucha y penetración de las ideas en los pequeños son significativas.

(7) Se dé presencia y valor a la figura del delegado de clase, como corresponsables también en la consideración de la convivencia en cada grupo.

(8) Se disponga de un sistema interno de comunicación confidencial, de los alumnos con tutores, delegados de convivencia y equipos de orientación. Los alumnos deben poder contar sus preocupaciones con tranquilidad y confianza, sin miedos. Y se ofrezcan programas de orientación psicológica y apoyo para los alumnos que puedan verse implicados de forma expresa en situaciones de conflicto entre iguales; los alumnos tienen que saber que pueden hablar, sin miedo. Se organicen medios, tiempos, profesionales y espacios para que los alumnos compartan sus preocupaciones y expresen sus emociones y sentimientos.

(9) Se defina y trate la disciplina desde un enfoque de diálogo y acuerdos previos en la comunidad educativa, con una visión preventiva y reeducadora (las soluciones pasan por abordar los temas, enfrentarlos y ahondar en la reparación, el perdón y la reconciliación) y no exclusivamente desde la perspectiva correctiva. Y se fomente la participación verdadera del alumnado y padres en la configuración de los reglamentos de régimen interno.

(10) Se trabaje desde la perspectiva de derechos y ciudadanía: cuando el alumnado siente que en el centro preocupan los conflictos entre compañeros y se ejercita la comunicación fluida con sus profesores, cuando observa actitudes de escucha y respeto, de afrontamiento y sensibilidad, las posibilidades de la acción preventiva en materia de conflictos de convivencia se amplían de modo significativo.

LA AYUDA ENTRE IGUALES, UNA ESTRATEGIA EFICAZ

La mejor medida frente al acoso es la prevención. La creación de un clima de convivencia positivo a través del Reglamento de Convivencia del centro, a través de la acción tutorial y a través de la puesta en marcha de mecanismos de ayuda entre iguales y, desde luego, de la formación docente, es la mejor estrategia preventiva. Hay muchas experiencias de alumnos ayudantes que posibilitan la mejora de la convivencia en los centros. Alumnos mediadores para la resolución de conflictos, alumnos tutores para los alumnos que llegan nuevos, alumnos mentores para ayudar en problemas académicos, alumnos ayudantes TIC para formar en el tema de privacidad y ciberacoso… la cuestión es generar un clima de convivencia basado en la ayuda mutua y la resolución dialogada de los conflictos. Estos son ejemplos que desarrollamos en mi instituto y constituyen un factor preventivo fundamental en la creación de una cultura de convivencia. Os dejo una presentación sobre el proyecto de Alumnos Ayudantes TIC Madrid Sur que coordina José Antonio Luengo y desarrollamos este curso 2015-2016 unos cien centros educativos en la zona sur de Madrid.


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ACTUAR CUANDO APARECE

Es un tópico que los alumnos puedan resolver todos los problemas entre ellos. Si bien es verdad que una cultura de convivencia reduce la aparición de casos de acoso, éstos no desaparecen por sí mismos. Es entonces cuando tenemos que actuar verificando los hechos, hablando con todos los actores implicados, sus familias y adoptando las sanciones que sean necesarias. Todo esto de forma inmediata y diligente, con el asesoramiento del Departamento de Orientación. Es tremendamente importante trabajar los aspectos emocionales, conseguir que se pongan en lugar de la víctima y que se le pida perdón. Por otro lado, hay que trabajar en la tutoría estos aspectos y dejar que sea el Director, Jefatura de Estudios y la Comisión de Convivencia quienes impongan la sanción correspondiente en función de la gravedad del acoso. En ningún caso podemos dejar que el acoso quede impune, y que los acosadores, agresor y espectadores, no tengan una sanción acorde con el grado de participación en el mismo. Todo este proceso, además, persigue que la víctima sienta que el centro educativo es un lugar seguro, donde no pasa desapercibido su sufrimiento. Se trata de reparar ese daño emocional y físico, en su caso, sufrido. Si sólamente se actuara en el aspecto punitivo, tampoco sería efectivo ya que no trabajamos los aspectos emocionales y de desarrollo moral que propiciaron en inicio del acoso.

Con los adolescentes la idea más importante a trabajar es la de defender a quien está siendo acosado y dejar de ser pasivos. Es necesario que la víctima deje de sentirse aislada y tenga el colchón social que le ayude a enfrentarse a la situación, perdiendo el miedo a contar lo que le pasa porque va a tener el respaldo institucional y social necesario para seguir yendo a clase al día siguiente.

NO ESTÁS SÓLO

Ésta sería la conclusión más importante que podemos transmitir a una víctima de acoso, que está sólo. Os dejo con este vídeo de Jose´Antono Luengo del proyecto #borraelacoso que recoge especialmente estas ideas

Algunos recursos recomendables

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