Nuevas medidas para el comienzo de curso

Vamos a celebrar la adopción por parte de las autoridades académicas y sindicatos del ramo, de tres medidas para el comienzo de curso que han mostrado su eficacia en sistemas educativos, al menos en sistemas educativos lejanos.

Reducción de horas lectivas

Es una medida largamente esperada. Desde que se aumentaron las horas lectivas del profesorado, esas dos horas más semanales en el caso de Secundaria y Bachillerato, la carga de trabajo del profesorado es enorme. Llevar el seguimiento de un par de grupos más no es dar clase dos horas más. Se trata de programar, corregir, evaluar y hacer el seguimiento de aproximadamente unos sesenta alumnos más. Quizás sea sólo un grupo más, si tienes suerte. Entonces sólo tendrás que hacerlo de unos treinta o treinta y cinco de ese grupo adicional. Quienes digan en perfecto cuñao que sólo son dos horas, recuérdales qué es dar clase. Si tu clase es diversa, que es lo natural en la Escuela Pública, tendrás que realizar adaptaciones para el alumnado con necesidades educativas especiales y tomar medidas específicas para aquellos con dificultades de aprendizaje, además de motivar a los repetidores o dar algo más para esos que lo necesitan. Dos horitas menos de nada que, de refilón, permitirán recuperar muchos de los miles de profesores despedidos en los últimos diez años. Tonterías mías.

Reducción de ratio

Unido a las dos horas más de clase, el aumento de ratio nos ha dejado clases-aparcamientos en las que es sencillamente imposible realizar un seguimiento personalizado digno de ese nombre. Quienes venden las bondades de la enseñanza personalizada no han dado clase en su vida a cinco grupos de treinta adolescentes con las hormonas a flor de piel en aulas pequeñas pensadas para grupos de veinte. La reducción de ratio ayudaría bastante a aumentar la calidad de la enseñanza, la personalización de la misma y la capacidad de hacer un seguimiento exhaustivo de todos los alumnos. Habrá quien lo haga con treinta alumnos y cuatro o cinco grupos, denle una medalla. El resto de profesores, con menos grupos y éstos más pequeños, daríamos una mejor versión de nosotros mismos. Desde luego, habrá quien sea mal docente con veinte alumnos en el aula, pero eso es otro tema diferente. La excepción no confirma la regla.

Aumento de sueldo

¡Qué barbaridad! ¡Pero si cobras del Estado! ¡Cómo te quejas sabiendo como está el patio! Nunca entenderé a quienes defienden trabajar más y cobrar menos. Como aspiración profesional, un buen docente que lleve a sus espaldas años de experiencia, formación y dedicación, debe cobrar mucho más que lo que nos pagan. Sencillamente, la importancia del trabajo, su complejidad y la dedicación exigen que estemos bien pagados. Que otras profesiones no cobran lo que debieran, desde luego. Pero hablo de la mía. Hablo de que no es posible que nuestra motivación profesional se base, única y exclusivamente, en pensar que hacemos las cosas bien y que los alumnos y sus familias nos lo agradecerán. Elegí la profesión por estos motivos precisamente, pero creo que el derecho a una carrera profesional es innegable. Que nos evalúen, desde luego, me parece justo, pero no por las notas de los alumnos, hay muchas más variables. Lo que es indudable es que nos ganamos el sueldo, desde luego. Pagarnos más y permitir que tengamos carrera profesional es una medida que me ha hecho desear que llegue el uno de septiembre como nunca antes había deseado.

Recursos personales para la atención a la diversidad inclusión educativa

¡Pero si has dicho tres medidas! Cierto pero se me olvida hasta sumar. Sin recursos personales específicos la inclusión es una quimera. Hablo de profesorado de apoyo, hablo de orientadores, hablo de profesores de la misma asignatura que permitan trabajar dentro del aula a varios a la vez y así cambiar las dinámicas tradicionales o, qué barbaridad, ir a los laboratorios, por poner algunos ejemplos. Hablo de que educar es caro y requiere profesionales para que, por ejemplo, haya una oferta real de optativas que se ajusten a las necesidades de los alumnos y una atención específica para alumnado con diversidad funcional. ¡No todo va a ser estudiar Inglés! Desde luego la inclusión requiere un cambio de cultura docente. Eso nos toca a nosotros, pero dennos los recursos necesarios que seguro que hasta sabemos hacerlo.

Vuelve, Víctor, vuelve

Me he despertado de la siesta. ¿Dónde he visto esas medidas? ¿Dar menos horas de clase, bajar la ratio, tener más profesores en los centros y cobrar más? Morfeo es miserable conmigo.

Vamos a necesitar, un año más, la máxima energía posible porque luchamos contra los elementos. Además, se decide, al margen del más mínimo sentido común y de la comunidad docente, tomar medidas en otra dirección como el desplazamiento del profesorado artístico si no sabe Inglés. No digo yo que no hagan falta medidas para potenciar el aprendizaje del Inglés o premiar a los alumnos de mejor expediente, pero ese tipo de medidas apenas tienen impacto real en la mejora del conjunto del sistema educativo porque dejan de lado el principal factor de calidad: el profesorado. Más bien responden a intereses de otra índole y no tienen en cuenta que con una de las inversiones más bajas en gasto por alumno de España, queremos mejorar. Puestos a tomar medidas, me quedo con las mías, sin duda.

La genial viñeta es cortesía de Néstor Alonso.

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