¡Así no!

 

Señor Ministro de Educación:

Soy un profesor de Secundaria de un centro público de Madrid. Observo con estupefacción las medidas que está impulsando para «reformar» el sistema educativo. Quiero manifestar, como ya han hecho muchos profesionales de toda condición, mi rechazo más absoluto, mi repulsa y mi indignación cívica ya que tengo pocas formas democráticas de expresar mi opinión y mi blog, afortunadamente, es una de ellas.

No espero que lea esta carta, ni espero que tenga incomodidad alguna ya que debe estar curtido en estas lides, son unas cuantas ya las cartas que le han escrito y usted ni si quiera tiene a bien comparecer en el Parlamento o ante los medios de comunicación para responder en una rueda de prensa sin censura.

Coincido con usted en que el sistema educativo necesita cambios urgentes, los profesores somos quiénes más los llevamos demandando. Pero esos cambios, no son cambios ideológicos para imponer un modelo de sociedad que excluye a buena parte de ella, sino que más bien, son cambios que permitan, de una vez, dignificar nuestro trabajo, aportarnos medios y estabilidad, y, especialmente, atender a los problemas reales del sistema educativo: el elevado fracaso escolar y abandono temprano, la rigidez organizativa del sistema, la escasa motivación del profesorado y alumnado, la alarmante falta de medios humanos y materiales, el uso de metodologías obsoletas y la falta de apoyo decidido de la administración por sus sistema escolar. Hay más problemas, pero con avanzar en la solución de los anteriores, el paso hacia delante sería enorme.

Sin embargo, en su Ministerio proponen como soluciones a los problemas del sistema educativo una batería de medidas que nos retrotrae directamente a la escuela franquista: el aumento de ratios en las aulas; la supresión de profesorado interino; la no sustitución de profesores enfermos durante menos de diez días; la educación basada en segregación por sexos; la supresión de Educación para la Ciudadanía y su sustitución por otra materia de contenido ideológico y del agrado de la Iglesia; el aumento de horas de clase del profesorado; la falta de consideración de etapa educativa de Educación Infantil con la supresión de apoyos y eliminación de los requisitos mínimos para abrir un centro educativo en esa etapa; las reválidas en Primaria, Secundaria y Bachillerato; la selección del alumnado desde antes de acabar la educación obligatoria; la disminución de becas y el aumento de exigencias para obtenerlasla supresión de optatividad e itinerarios en ESO y Bachillerato; la supresión de la Selectividad porque entran demasiados alumnos a la Universidad…

Alguna medida me habré dejado, desde luego, pero le aseguro que cualquier profesor europeo se llevaría las manos a la cabeza ante la cantidad de despropósitos que su departamento ha legislado (o tiene la intención de hacerlo) en tan poco tiempo. Ahora se entiende porqué no quisieron firmar el pacto educativo con el principal partido de la oposición cuando éste planteó reformar el sistema. Los ciudadanos europeos dudo que permitieran en sus países un ataque tan frontal y brutal contra el sistema educativo como el que se está llevando a cabo en España bajo la excusa de la crisis. Con las cosas de comer no se juega.

Todos los expertos dicen que para salir de la crisis un país debe acometer una fuerte inversión en Educación, Investigación y Desarrollo. En España, lejos de invertir, desmantelamos la Educación y la baja inversión en I+D deja a la ciencia estancada.

Soy un educador vocacional que mañana comenzará el nuevo curso escolar con menos ilusión que nunca pero que desarrollará su trabajo con la máxima profesionalidad posible. Mi indignación no puede restar un ápice de profesionalidad porque delante de mi están alumnos y sus familias. Desarrollaré mi trabajo en las peores condiciones que haya tenido desde hace muchos años, tantos que ya no recuerdo. La calidad educativa será cada día menor porque los milagros no existen y  no se pueda hacer más con menos. Ni la profesionalidad ni la vocación pueden suplir las medidas estructurales que condenan al sistema educativo. Lo siento, Sr. Ministro, no me siento en absoluto culpable de los desatinos que sus «reformas» van a provocar.

Algún día, los ciudadanos le pediremos cuentas de forma democrática, y no sólo con nuestro voto. Mientras llega ese momento, le digo que así no podemos avanzar hacia ningún lado. Así no podemos preparar a nuestros alumnos para el S.XXI, así no podemos construir una sociedad basada en valores democráticos. No cuente conmigo.

¡Así no!

Imagen: NO bajo Licencia CC

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19 comentarios en «¡Así no!»

  1. Hola Victor,

    Pues si, estas medidas no se atreverían a proponerlas en otros países de la UE. con mayor tradición democrática… y sentido común. Y a pesar de todos vamos a hacer de tripas corazón y trabajar con más ilusión que nunca en un futuro (a largo plazo, me temo) diferente.
    Un saludo

    1. Gracias Luis. Cuesta creer que un país europeo, especialmente del Norte de Europa, permitiera semejantes barbaridades, pero España es diferente.

      No tengo tanta ilusión, de verdad, uno no es de piedra y va dejándose por el camino muchas cosas. En todo caso, no renuncio a mis valores y seguiré peleando para que cambien las cosas.

      Un saludo de vuelta

  2. Me ha gustado mucho tu escrito.
    Pienso que has olvidado hablar sobre la formación del profesorado, no se cuida lo suficiente mostrando su desinterés en que el profesorado esté excelentemente bien formado que no es el caso; el desprecio a las áreas artísticas dejando caer tamaña barbaridad como que se podrían sacar el currículo.
    Gracias , saludos

    1. Hola Armando. Efectivamente, en uno de los borradores de la entrada escribí algo sobre la formación del profesorado pero después lo borré por falta de documentación. En algunas CC.AA. el sistema de formación del profesorado que existía se ha desmantelado y es inadmisible. Aunque comparto el uso de las TIC en la formación, creo indispensable la referencia de una formación presencial que, poco a poco, desaparece del panorama y sólo se sustituye por cursos online.

      También he dejado fuera el tema de las artísticas, tema que por sí mismo merece una entrada que publicaré en breve.

      Un saludo

  3. Buenas Victor, soy Javi

    Quizá ha llegado el momento de pararse, plantarse y exigir con contundencia que no se nos pise en lugar de quejarnos y quejarnos sólo con palabras o camisetas que han probado su ineficacia.

    También quería decirte, como hemos hablado otras veces, que la profesionalidad no la demostramos cuando nos comportamos como amigos, como padres o como voluntarios en nuestro trabajo. Un profesional tiene unos derechos y unas obligaciones, y cuando le dicen que haga lo que no le corresponde, no lo hace y que se caiga lo que se tenga que caer, porque no será responsabilidad suya, será de quién echó al profesional que lo tenía que hacer, o de quién no planificó adecuadamente la tarea.

    Cuando pidan a los maestros que cuiden el comedor, cómo demostrarán su profesionalidad, haciéndolo o dejándolo de hacer?

    Por supuesto que soy el primero que ante una emergencia echa una mano y me dejo la piel con mis alumnos, pero ante un abuso premeditado deberíamos ser realmente profesionales. Cuando hablo con amigos que están en el sector privado eso es lo que hacen y funciona.

    Entre el chantaje emocional con los chavales, las «necesidades del centro», y la inexistencia de una referencia clara de cuáles son nuestras obligaciones… me veo cualquier día haciendo favores sexuales.

    Estoy de acuerdo contigo, seamos profesionales. En este caso nos toca pararnos.

    Hace unos meses era incapaz de hacerle entender a una amiga de EEUU que concurrían estos tres hechos a la vez: nos aumentaban la carga docente, nos bajaban el sueldo y tenemos sindicatos.

    Un abrazo

    Javi

    1. Hola Javi,

      Qué te voy a decir, tienes razón en tus palabras. La profesionalidad exige de nosotros dar lo mejor de nosotros mismos hasta donde llegan nuestras obligaciones, pero nada más. Evidentemente, la calidad del sistema caerá en picado porque algunos de los factores implicados en la misma están hundiéndose: hablo del factor humano, en concreto.

      A mi me cuesta mucho no hacer más que lo que debo precisamente por el carácter vocacional de mi trabajo y por tener en frente a personas pero, me he propuesto, que voy a cumplir de forma estricta con mi cometido y nada más que con mi cometido. Desde luego, haré mi cometido con la mayor profesionalidad posible pero nada más, sin entrar an ámbitos a los que la administración renuncia.

      Veremos cómo damos respuesta como colectivo ante el curso y cursos que se avecinan. Podemos seguir callados y pasivos o dar un paso adelante y plantarnos.

      Un abrazo

  4. Hola Víctor! Ha pasado un verano y hemos avanzado unos escalones más hacia el desastre. Coincido contigo en todo lo que dices, también en la falta de ilusión por la vuelta. Hay más motivos que nunca para la indignación, para la preocupación, pero reconozco que me siento desanimada,… después de un curso tan duro como el anterior, con tanta batalla perdida, con tanta energía dejada por el camino. Están desmontando de forma tan premeditada y eficaz todo el entramado público que cuando nos libremos de ellos no sé si el enfermo estará ya en fase terminal…que es lo que pretenden y no cejarán hasta conseguir. Lo que hagan lo harán sin mi voto ni mi acuerdo.

    1. Gracias Inma, el problema es que cuando nos toque votar el Estado que tendremos no tendrá nada que ver con aquel que tuvimos y que tantos años costó construir, con sus innumerables imperfecciones pero cercano al Estado de Bienestar. Ahora gestionaremos como podamos un Estado del Malestar. No estoy dispuesto a que nos roben las conquistas sociales cuando apenas habíamos comenzado a disfrutarlas en pequeños grados. En lo nuestro, desmantelar la Educación, especialmente la Pública, tiene un claro propósito político. Tendremos que movilizarnos o acabarán con todo.

  5. Acabo de descubrir este blog y la verdad es que estoy disfrutando muchísimo leyéndolo. Encuentro mucha sensatez y mucha ilusión por nuestro trabajo.

    Víctor, acabo de leer tu frase: «me he propuesto, que voy a cumplir de forma estricta con mi cometido y nada más que con mi cometido.» Entonces, en mayor o menor medida, nada de excursiones, el mínimo de exámenes que exige la ley, nada de recoger cuadernos…

    Con la que está cayendo, a mi, y seguro que a la mayoría de nosotros, es lo que nos pide el cuerpo. Una especie de huelga de bolis caídos. Pero hay otra forma de ver todo esto. Y es que minar nuestra moral, enfrentarnos al resto de la sociedad y hacernos caer en el desánimo quizá sea lo que se pretende; como otra forma de socavar la educación pública. Y si esto es así, ¿no sería la peor estrategia caer en ese juego?

    Es sólo algo que llevo dando vueltas desde hace algún tiempo. Y, como llevo muy poquitos años en el gremio, la escribo aquí por ver lo que opinais los demás. Un saludo.

    1. Gracias por tus palabras, Carlos, eres bienvenido. Hablo de hacer lo estrictamente imprescindible porque, desgraciadamente, asumimos las funciones y tareas de los que no están y no es posible seguir respondiendo con voluntarismo a los recortes. Nuestro trabajador social, por ejemplo, fue suprimido hace cuatro años y yo hago sus funciones. ¿Eso es justo? creo que no, creo que debo reivindicar al profesional que las realice en vez de hacerlas yo porque la Administración entonces justifica los recortes de personal con nuestro quehacer cotidiano. Si entro a realizar funciones por consideración hacia el alumnado y sus familias pero acto seguido me llaman vago, privilegiado, etc creo que estoy cometiendo un grave error. No estoy dispuesto, sencillamente, a hacer nada que no tenga que hacer y hacer el máximo en lo que sí tengo que hacer, faltaría más.

      Recibe un saludo muy cordial

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  7. Lo entiendo perfectamente. Como dices, una cosa es hacer bien tu trabajo y otra es asumir competencias que no te corresponden. Es más, aun actuando con toda la buena de fe del mundo, quizás asumirlas sea, a la larga, contraproducente. Si queremos que nuestro trabajo se valore realmente, y si queremos disponer de más medios, probablemente lo mejor sea decir «hasta aquí».

    Y si no, terminaremos retejando el centro durante las vacaciones, como sugerían en un programa de radio…

  8. Esa es la intención del político que recorta: prescindir del eslabón más débil -interinos, personal de apoyo, cuidadores, desplazados, etc.-y presionar al que queda para que asuma la faena bajo pena de sanción o de descrédito social. No es fácil salir de ese dilema entre seguir trabajando como antes o plantarse, pues ya se encargan ellos de que las funciones de cada uno nunca estén del todo claras en la ley (o se maquillan directamente con un decreto, orden, etc.). Para colmo, si tratas de hacer bien tu trabajo sabes que habrá quien diga que colaboras con la administración, cuando en realidad lo injusto sería empezar a trabajar menos o peor. Creo que la lucha laboral debe salir fuera del ámbito de las aulas y ejercerse como lo hace cualquier otro colectivo; de lo contrario corremos el riesgo de que se confunda la reivindicación de lo justo con la pereza o la desidia.

  9. Gracias Toni. Efectivamente el dilema moral que supone reivindicar nuestras condiciones laborales pero no perjudicar a los alumnos es difícil de soslayar. ¿Cómo es posible que como colectivo reivindiquemos unas legítimas condiciones laborales que inciden directamente en la calidad de la Educación y no salgan de alguna manera perjudicados los alumnos? ¿Con manifestaciones, camisetas o actos reivindicativos que el Gobierno de turno directamente ignora? ¿Es efectivo?
    ¿Podemos seguir dando clase a cuarenta alumnos como si no pasara nada? ¿Podemos dar clase a alumnado sin apoyos como si no pasara nada? ¿Podemos…?
    Me siento atrapado por un sistema que hace de nuestro trabajo algo cada vez más difícil pero no veo cómo conseguir que la situación revierta sin presionar a nuestros gobernantes…
    Seguiré siendo profesional pero por profesionalidad, algunas cosas no deberé hacerlas, el sistema no funciona igual sin recursos que con ellos.

    Un saludo cordial

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