La formación inicial del profesorado: una asignatura pendiente

Estamos aburridos de escuchar que Finlandia tiene un sistema educativo excelente y uno de los factores que hacen que sea así es, sin duda, el profesorado. Quisiera abordar, en esta entrada, algunas consideraciones respecto a la formación inicial del profesorado para que nuestro sistema educativo sea, en el futuro, el de mayor calidad posible por contar con excelentes profesionales. Si hay cosas que se pueden hacer para cambiar la calidad del sistema educativo sin cambiar las leyes  una de ellas, es cambiar la formación inicial del profesorado que trabajará en centros educativos, sea cual sea la etapa, sea cual sea su titularidad.

Las Facultades de Educación, el primer paso

Hace casi veinticinco años que salí de la Escuela de Magisterio y en todos estos años, pocas cosas han cambiado respecto a la formación que se imparte en las actuales Facultades de Educación o Formación del Profesorado, como se prefiera. Por mi experiencia trabajando con compañeros más jóvenes, encuentro que la formación inicial de los Maestros en Educación Primaria o Infantil sigue teniendo graves carencias:

  • Desconexión universidad y realidad del aula, a menudo por la ausencia total de práctica del profesorado universitario. Se sigue enseñando de oído.
  • Ausencia formación en metodologías activas, se sigue practicando en las aulas el tipo de enseñanza magistral aderezado con trabajos en grupo.
  • Ausencia de formación en evaluación; el alumnado sale de la Universidad sin conocer herramientas como los portfolios, los cuestionarios, etc…
  • Ausencia o insuficiente uso de las TIC, excepto las plataformas cerradas como Moodle o en blogs, con el único fin de poner las tareas o colgar apuntes.
  • Ausencia de conectividad en los aprendizajes; no se aprende en redes de compañeros próximas o lejanas, no se aprovecha el potencial social de las redes.
  • No hay PLE explícitos; el alumnado no hace una reflexión previa de cómo y de quién aprende. Tampoco sus profesores.
  • Prácticas insuficientes en centros educativos, sin una supervisión de los profesores universitarios ni un reconocimiento del profesorado que trabaja y realiza la labor de mentoring.

El Máster Formación de Profesorado, un fracaso más

Algunos teníamos esperanzas en que la muerte del Curso de Aptitud Pedagógica (CAP) trajera una auténtica formación pedagógica para el profesorado que trabajará en centros de Secundaria y Bachillerato (no hablemos ya de Formación Profesional). El Máster de Profesor de Enseñanza Secundaria perpetúa todos los defectos del antiguo CAP y apenas aporta nada relevante.

  • Sigue sin responder a las necesidades específicas de formación en Secundaria; el profesorado lo vive como un trámite para poder impartir clases de «su asignatura».
  • Carencias muy graves en metodología y evaluación; de nuevo, ausencia de referencias en metodologías activas así como en evaluación sumativa y formativa.
  • Ausencia muy grave de contenidos psicopedagógicos básicos; es lamentable discutir con compañeros de Secundaria la necesidad de que el currículo se adapte al alumnado y no al revés; de la importancia de conocer las características del adolescente, de lo importante de la resolución de conflictos, de la educación emocional…
  • Prácticas insuficientes en los centros.
  • Visión especializada de los contenidos, de forma que se entiende el conocimiento como la adquisición de contenidos de una asignatura en particular sin vínculos con el resto, aislada.
  • Ausencia de formación en técnicas de trabajo en equipo, gestión de proyectos
  • Ausencia de evaluación rigurosa; lo que, de hecho, permite el acceso a la profesión de forma indiscriminada.

La Escuela Concertada, sin control alguno

Los centros de titularidad privada financiados con fondos públicos no tienen control alguno por la Administración en la selección del profesorado. Sabiendo que existen excelentes profesores en la Escuela Concertada, la ausencia de criterios públicos de acceso y la falta de transparencia en la contratación, constituyen una anomalía impropia de un Estado democrático que financia, vía conciertos, una parte importante de la enseñanza del país. Deberían exigirse los principios de mérito y capacidad, al igual que en la Escuela Pública, unidos a los de transparencia y publicidad.

Escuela Pública, el desastre de las oposiciones

El sistema de oposiciones debería garantizar que se cumple el principio de mérito y capacidad para quienes desean forma parte de la Función Pública. Si nos detenemos a profundizar en qué significan ambos conceptos, vemos que el mérito y la capacidad que exige la oposición nada tiene que ver con el que exige el desempeño del trabajo. La Administración sigue seleccionando al profesorado en base a unos requisitos que no sirven para el trabajo que después desempeñarán, originando un grave problema y una grave disfunción en el sistema.

  • Oposición desconectada de la realidad del aula; excesivo peso de los contenidos teóricos propios de cada especialidad, sin un coprpus común transversal.
  • Ausencia de contenidos relevantes para impartir clase, excepto los propios de la especialidad.
  • Ausencia de demostración práctica de la capacidad para dar clase.
  • No hay un mentoring efectivo del profesorado hasta que se considere preparado para poder dar clase.

Algunas alternativas
En la formación de maestros:

  • Aumentar el nivel de dificultad en el acceso a los estudios, esto es, la nota de corte.
  • Cambios de los currículos en Facultades de Educación para hacer hincapié en los procesos de aprendizaje de las lenguas, los fundamentos matemáticos y los conocimientos científicos básicos.
  • Enfoque experiencial del aprendizaje versus el enfoque académico.
  • Necesidad de que sean profesores en activo en las aulas quienes impartan una parte del temario, sólo así podrán transmitir las situaciones reales que se viven día a día.
  • Más tiempo de prácticas en los centros educativos.
  • Reconocimiento de la labor de mentoring del profesorado que tutela a alumnos de prácticas.
  • Aumento de experiencias con metodologías activas, proyectos colaborativos
  • Nuevas experiencias de evaluación formativa y sumativa: herramientas para evaluar aquello que queremos medir.
  • Aprendizaje de idiomas.
  • Aprendizaje de técnicas de gestión del tiempo, de trabajo en equipo, de gestión de procesos.
  • Aprendizaje de técnicas básicas de dinámicas de grupo, tutoría entre iguales...
  • Contenidos obligatorios sobre educación emocional.
  • Formación específica en inclusión educativa en cualquier especialidad.

En la formación de profesores de Secundaria:

  • Alta exigencia de motivación previa para poder hacer el Máster, con selección del candidato.
  • Enfoque experiencial del aprendizaje versus el enfoque académico basado en la adquisición memorística de contenidos.
  • Formación en dinámicas de grupo, gestión de conflictos, mediación
  • Formación en educación emocional.
  • Formación psicopedagógica básica: motivación, atención…
  • Formación psicológica básica: psicología del adolescente, empatía…
  • Formación en metodología activas del aprendizaje.
  • Uso de las TIC en entornos abiertos para aprender con otros.
  • Formación en evaluación de procesos y proyectos.
  • Necesidad de un curso académico para hacer prácticas evaluables previas a la aprobación del Máster.

Estas son mis reflexiones para comenzar el año. ¿Y tú qué opinas? ¿Crees que hay que cambiar el sistema de acceso a la docencia? Deja tus comentarios, por favor.

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77 comentarios en «La formación inicial del profesorado: una asignatura pendiente»

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  2. Buenas Víctor, me ha gustado tu post. Muy valiente.

    Pocos profesores nos atrevemos a valorar el trabajo propio y el trabajo de otros profesores de otros ámbitos, como tú haces en este post.

    El problema de la formación inicial del profesorado viene de largo. Yo he aprendido mucho más de mi centro preparador de oposiciones sobre cómo dar clase que de lo que me pudieran enseñar en el CAP, que en mi caso, no tengo queja porque tuve suerte y lo hice en Alcalá, presencial y con muy buenos profesores de didáctica. (aunque corto en tiempo).

    También creo que el mentoring es fundamental, la parte de prácticas no recibe el peso que merece, y el sistema de oposición tiene sus fallos. Aunque al menos es un sistema consensuado con 5 profesores con experiencia que juzgan, a diferencia del sistema de contratación que citas de la concertada, que puede ser bueno o malo, porque como no es público y notorio…

    Un saludo Víctor.

    1. Gracias por pasarte por aquí, Eduardo. Efectivamente coincido contigo en que la oposición se ajusta a reglas objetivas y criterios objetivos, amparados en el nombramiento de cinco personas, etc… pero la cuestión no es tanto el procedimiento sino los contenidos de la misma. Sigue faltando, de forma clara, una parte presencial que evalúe in situ el trabajo en el aula y sea la que determine la idoneidad para dar clase.
      Por otro lado, el sistema de interinidades actual me parece también desacertado. Establecer el peso de la contratación en el resultado de la oposición es ridículo y deja en evidencia los mismo problemas que planteo. Me gusta más la opción de que siempre se tenga que obtener una especie de certificado de profesor y después, que en el acceso a la función pública, se expongan méritos y capacidades.

      En fin, un debate que siempre echo de menos en los políticos, partidos, sindicatos… tendremos que empujar para que las cosas cambien.

      Un saludo cordial

  3. Me ha gustado tu artículo.
    Sólo un levísima discrepancia o matización. En cuanto al tema de la contratación en la concertada.
    Acepto tu planteamiento básico, pero -puesto que no somos funcionarios, ni tenemos los mismos derechos, ni salario, ni horas lectivas, ni sexenios, ni carrera docente…- entiendo que tendría que haber alguna diferencia en el mecanismo de contratación.
    Por otra parte me gustaría llegar a una definición común de eso de «principios de mérito y capacidad», porque lo que me imagino no me gusta ni para el funcionariado ni para la concertada.
    Apruebo lo de la necesidad de transparencia: quedarían resueltas muchas dudas por su propio peso.

    Y sobre lo del master de formación del profesorado (de secundaria que es de lo que sé) es un cachondeo. Yo he sido tutor de 3 alumnas, ahora pronto me llegará la cuarta y les exijo trabajar, aprender, les meto en todos los fregados del colegio y me lo agradecen, si de verdad les interesa la educación. (Buena fuente de información de posibles futuros candidatos, por lo que se también en primaria).
    Todas me han dicho que en la parte teórica NO HAN APRENDIDO NADA. De vergüenza.

    Como no tengo NINGÚN BENEFICIO de ningún tipo y realmente sólo les hago un favor a la universidad, van algunos años que no me apunto al programa y cuando están desesperados, que lo están todos los años, les digo que si hay algún antiguo/a alumno/a de mi centro que me lo diga. Me niego a hacer un favor a la universidad. Sï se lo hago a mis exalumnos/as.

    Un abrazo.

    1. Gracias por comentar, Javier.

      Te hablo de la concertada también como experiencia propia. Creo que en cualquier centro sostenido con fondos públicos los profesionales deberían tener las mismas condiciones laborales, sin distinción de titularidad, pero el control de los centros debería ajustarse a las leyes y el acceso del profesorado al mismo sistema que se estableciera con caracter general. En Francia ocurre así, por ejemplo.

      Dicho esto, conozco excelentes profesionales en la concertada y en la pública y también profesores que no merecen serlo, en ambos contextos. El sistema de acceso en ambos casos no es bueno.

      El Máster se vendió como superación de los males del CAP y la experiencia que cuentas la he vivido personalmente, por lo que he decidido no tutorizar más alumnos. Un problema para la universidad y un problema para el sistema, porque el trabajo de tutorización es arduo y no se reconoce como tal.

      En fin, seguimos en la brecha.

      Un abrazo

      1. Javier, nosotros podemos evaluarnos; por qué tenemos que renunciar a esa parte tan importante de aprendizaje. Luego la Administración puede establecer estándares, incentivos, etc. pero la evaluación formativa aplicada al ejercicio profesional en España no existe… una pena

    1. Intentaré hablar en el próximo post de cómo los profesionales podemos ejercer esa labor de evaluación de nosotros mismos, bajo ciertas condiciones. En otros estamentos sucede así y no existe problema alguno.

      Saludos

  4. Echo en falta una crítica en la que seguro estamos desacuerdo: los profesores de religión, independientemente que consideremos se haya de impartir en la escuela (la religión en la familia) acceso a dedo (familiares del clero), preparación, seguimiento, control? Dinero público con gestión de los Obispados…

    1. Gracias Manolo. Mi posición frente a la religión es clara: la religión fuera de la Escuela; por tanto, no debería haber profesorado de religión de ninguna confesión.

      Quien quiera esas enseñanzas religiosas debería pagárselo personalmente y tomarlas fuera del horario escolar y los recintos escolares. Si un centro se financia con dinero público no debería incluir en su horario referencia a religión alguna.

      La irregularidad que vivimos con el profesorado de religión en la Escuela es una anormalidad pre democrática que todavía no se han atrevido a cambiar.

      Un saludo cordial

  5. El comentario de José Luis Lomas me anima a explicar algo de lo que hacemos en mi centro con los profesores nuevos.
    Transparencia.

    NO ES UN PLAN, lo hacemos YA en mi colegio concertado. Desde hace unos 15 años.
    Lo sé porque yo cordino el equipo que se encarga de su seguimiento evaluación y animación.

    Una vez contratados ( no lo hacemos nosotros lo hace una comisión intercolegial de la institución de acuerdo algunos criterios -uno de ellos es la imposibilidad de ser familiar directo de algún otro profesor en activo- ) llegan al centro.
    Entran en un proceso de formación largo:

    Los primeros tres años:
    – Reuniones de formación cada mes y medio ( unas cinco al año en el propio colegio ): temas pedagógicos, de manejo emocional, de relaciones, cuidando mucho la propia situación personal de cada uno/a.
    – Otra reunión de un día entero con más profesores nuevos de otros centros de la misma orden.
    – Se les asigna un tutor personal que tiene varias entrevistas a lo largo del año para acompañarles en su formación.
    – Tienen dos entrevistas más con jefatura de estudios.
    – Durante el segundo curso y sucesivos actúan como «Co-tutores» para desarrollar también aprendizajes en esta materia
    – Al acabar el curso se autoevalúan con un cuestionario exprofeso. También son evaluados por el tutor asignado y por jefatura de estudios. Se les proponen «áreas de mejora». En algún caso se rescinde el contrato.

    Posteriormente tienen un par de años donde sólo hay tres reuniones colegiales específicas para ellos. También hay evaluación.

    Más o menos en el sexto año participan en un curso largo de cuatro semanas de duración con profesores de otros centros, con trabajos finales sobre tutoría y educación formal y no formal.

    A esto se añade la formación habitual del conjunto de profesores, las autoevalauciones anuales que venimos tres años haciendo todo el claustro y las evaluaciones que nos hacen los alumnos. Todos los años nos evalúan.

    Creo que es serio.

    1. Gracias Javier. Evidentemente expones un proceso muy serio y con recorrido con aspectos que me gustan mucho, como es la supervisión por tutores, el seguimiento explícito del proceso, la evaluación y auto evaluación… Me parece que el camino debe ser parecido al que cuentas, sin duda. Hay un aspecto que no sé si contempláis pero que resulta interesante: el aprendizaje de metodología de otros compañeros, algo que no es propio de nuestra cultura académica pero que en otros países da muy buenos resultados. Creo más en eso que en cursos descontextualizados realizados fuera del ámbito escolar y sin vinculación con la realidad académica de los centros concretos.

      Gracias por tu magnífica aportación.

  6. Qué clarito y ordenado, Vïctor. Gracias al retweet de @CruzDiez te encuentro por estos lares cargado de ideas bien colocaditas.

    En total sintonía, consonancia y simpatía con lo que dices, un apunte y un pespunte: los que enseñen a correr, que corran; los que enseñen a hablar, que entiendan; los que enseñen a cantar, que armonicen y los que enseñen a vivir, que disfruten de la vida.

    Pobrecito millones de españolitos que han/hemos padecido y padecen profes de inglés que ni papa, profes de música que ni papa, profes de ciencias que ni papa…

    ¿A que sí? 😉

    1. Gracias Pedro, evidentemente para enseñar no basta con saber tu asignatura, eso es el primer paso y, desgraciadamente, en muchas ocasiones, el único. La pasión que tiene cada profesor por su asignatura no es fácil de transmitir por metodologías tradicionales… Tenemos el reto delante de nosotros.

      Un abrazo

  7. ¿Se puede enseñar a enseñar?; es decir, ¿es posible que las escuelas en las que se forman los futuros profesores puedan transmitir algo más que teorías y técnicas didácticas, metodológicas, psicológicas, organizativas o de cualquier otro tipo? Quiero pensar que sí, ya que muchos docentes han aprendido, y siguen aprendiendo, nuevas formas de hacer su tarea; y no me estoy refiriendo a cursos de informática, inglés o encaje de bolillos.

    Y una forma de aprender, que no la única, es ver cómo enseñan otros; observar en su trabajo a aquellos que son capaces de mostrar su bien hacer y contagiar el entusiasmo de lo que hacen. Claro está que para ello hay que tener una actitud o disposición previa: la intención o la necesidad de que nos contagien.

    Si esto es así, ¿por qué no se prepara mejor a nuestros maestros? Como toda pregunta, esta que acabamos de plantear ya contiene la mitad de la respuesta: la palabra “mejor”, que es un juicio de valor. ¿Mejor para qué o para quién? Si se considera que la función de la escuela consiste básicamente en instruir, en proporcionar las instrucciones necesarias para hacer algo de una determinada manera, la preparación consistirá en formar instructores o monitores; si, en lugar de impartir conocimientos, lo que se persigue es mostrar al alumno la forma de adquirirlos por sí mismo, ayudándole y alentándole en el proceso, la forma de actuar y, posiblemente, los preparadores, serán otros.

    Y también los planes de estudio. Porque, en esta hipotética escuela de maestros, no se concebiría iniciar la profesión docente sin haber adquirido algo más que rudimientos sobre Educación de los Sentidos, Movimiento y Pensamiento, Teoría del Desconocimiento y otras materias similares. Una escuela en la que, además de profundizar en la Lengua, las Matemáticas o cualquier otro de los saberes convencionales, se reflexionara acerca de cómo distorsionamos la realidad cuando la percibimos, de cómo ciertas posturas facilitan ciertas actitudes y pensamientos, de cómo se construyen las teorías y cómo dejan de ser válidas a lo largo de la Historia y de cómo en nuestro pensar hay mucho de Biología pero no lo es todo.

    http://www.otraspoliticas.com/educacion/el-valor-anadido

    1. Gracias Enrique por tus palabras. Coincido contigo en los interrogantes y, sin duda, enseñar a enseñar debería ser la función principal de las Facultades de Formación del Profesorado. Pero, igualmente, aprender de compañeros es fundamental. Podríamos, por ejemplo, observar durante periodos de tiempo a maestros más versados, más experimentados, estar en sus clases, colaborar con ellos, dejarnos supervisar por ellos mismos… Esa faceta del aprendizaje social entre compañeros está sin explorar y tiene un potencial mayor que la de cursos externos alejados de las realidades y necesidades del aula concreta.

      Un saludo

  8. Víctor de nuevo has dado en el clavo, coincido contigo casi al 100%. La formación del profesorado es la base del cambio en educación. Estamos a años luz de nuestros jóvenes y la sociedad en la que viven.
    La universidad que forma, sigue mostrando las herramientas de enseñanza del Renacimiento. No se puede ilusionar el profesorado sin una mochila para el camino, aunque siempre hay osad@s y aventurer@s .
    El Master , un timo, un sacadinero. El alumnado que tengo en prácticas cada año lo comenta decepcionado. El contenido de ese master no se sabe quien lo decidió. La coordinación con los centros de secundaria con el profesorado tutor es casi nula.
    Decantarte por trabajar en educación tendría que ser eso una decisión pensada y decidida antes de ponerte a estudiar para ello y no como es ahora primero estudio lo que sea y luego » si acaso» si no hay otra cosa , me preparo oposiciones.
    Las oposiciones otro engaño. se aprueban por conocimientos no por metodología y saber hacer ese oficio.
    No se como sonará , pero a mi el contrato laboral me gusta mucho con estas condiciones : si lo haces bien( y eso lo valorará el usuario del servicio: alumnado y familias) no te preocupes , te jubilarás aquí ; pero si tu trabajo deja mucho que desear: Adios.

    Gracias por compartir tus reflexiones .

    1. Gracias Pepa. Como bien dices, alguna forma de evaluar nuestro trabajo debe incorporarse, así como mecanismos de aprendizaje entre compañeros. Todo ello en un proceso dilatado y con fases como muy bien expone Javier en su comentario. La evaluación debería tener consecuencias concretas, no sólo porque puedas seguir, sino porque cobraras más o, en el peor de los casos, tuvieras que dejar el trabajo por manifiesta incapacidad. Pero esto es un tabú que no estamos dispuestos a asumir.

      Saludos

      1. ¿Quién da el primer paso en hacer un proceso de evaluación inicial serio del profesorado (yo ha he hablado de nosotros) público? Si lo hiciera el PP serían unos fachas (así, directo). Al PSOE, realmente, tampoco le he visto muchas ganas.

        Si esa evaluación fuera cuando menos correctiva… Y en algún caso, como sugieres, fulminante. Pero una vez accedido a la función pública… ¿hay alguna forma de abandonarla, si no vales?

        Todavía nosotros (si hay pelas para ello) podríamos despedir…Aunque (ahora que no me oyen lo digo), quizá habría que ser a veces más diligente.

        1. Javier, la evaluación actualmente no contempla la supervisión del trabajo del profesor funcionario, una vez superada la fase de oposición y la de prácticas. Naturalmente, estamos sometidos a la ley pero no existe una evaluación de nuestra práctica que permita mejorar y corregir los defectos que tengamos como profesores.
          Es una asignatura pendiente de la que plantearé algunas pistas en una próxima entrada.

          Un abrazo

  9. ¡Vaya debate interesante que se ha generado!

    Sobre el proceso de formación de profesores nuevos (del que estamos especialmente orgullosos) he de decir que en los colegios de la institución en la que trabajo (y son muchos) llevamos más de 10 años trabajando así. Sé que en otros colegios también de órdenes religiosas se está haciendo lo mismo.
    Quiero decir: me duele ( y tu Víctor lo sabes y eres sensible a ello ) que a toda la enseñanza concertada se le trate en la opinión pública (quiero decir de los profesores de la pública) de la misma manera. En Madrid hay empresas (en el peor sentido de la palabra, cuyo objetivo primero es la pasta) educativas. Pero hay otras entidades donde nos tomamos la educación MUY EN SERIO, donde hacemos esfuerzos enormes para acoger a todos y no discriminar,donde cuidamos la formación y capacitación aptitudinal y actitudinal del profesorado, donde NO NOS GUSTA LA LEY WERT por mercantilista y limitadora, por «revalidista»… pero muchos compañeros ( me gusta pensar que es así ) supongo que por desconocimiento o por generalización de los casos más sangrantes nos «tratan mal», como de segundas (lo siento así -aunque no es el caso de tu blog donde SIEMPRE me siento muy acogido).
    Me gustaría buscar una manera de «cruzar ese puente». Pero me temo que intereses de las partes nos lo ponen difícil.

    Perdón por el rollo y desahogo y fuerza a todos para ser, más que profesionales de la enseñanza, EDUCADORES.

    1. Hola de nuevo, Javier.
      La Educación la toman en serio muchas instituciones, públicas y privadas, desde luego; otras, son simplemente un negocio. En Madrid hay un debate en torno a prácticas que son de muy dudosa ética, como el regalo de suelo público para centros privados o la desgravación del impuesto de la renta a quienes escolarizan sus hijos en centros privados. Sólo en el subvencionar por vía de impuestos a los centros privados el pasado año se dejaron de recaudar 80 millones de €. Es sólo un ejemplo. Por no hablar de la escolarización de alumnado inmigrante o con necesidades especiales… Entramos, pues, en u debate político, de modelo de sociedad en el que decidimos qué peso tienen los recursos propios y los privados.
      Dicho esto, la profesionalidad no es patrimonio de nadie; grandes y excelentes profesionales hay en ambas redes educativas. Tengo familiares y amigos en la escuela concertada que son excelentes profesionales. En Aulablog trabajamos profesores de ambas redes y compartimos mucho más de lo que nos separa. Tenemos algi¡on en común: nos apasiona la Educación.
      Una cosa es el debate político y social y otra, muy diferente, lo que hacemos en los centros. Aprendemos todos de todos, con nuestras propias limitaciones, con nuestros siempre escasos recursos y, en ocasiones, con mucha incomprensión por parte de compañeros.
      Un abrazo

  10. Hola Victor.
    No me puedo resistir a dejar mi comentario, pues en la actualidad me encuentro terminando un trabajo de investigación sobre el practicum de magisterio, para intentar realizar una propuesta al practicum del nuevo grado de maestro. Después de veintiocho años en la profesión de docente y viendo la educación desde muchas perspectivas, coincido contigo en el planteamiento y claves sobre la formación inicial del profesorado (yo hablo de primaria). Tengo datos que avalan tu análisis y que publicaremos este verano. Te puedo anticipar que es escandaloso la opinión que tienen alumnado, tutores del practicum de colegios y maestros en activo que aprobaron las oposiciones recientemente con respecto a su formación. Lo que peor parado sale, es la coordinación entre la universidad y los centros, el nivel de competencia TIC, la casi nula competencia en lengua extranjera de tutores y alumnado. Y lo que es más grave, todo ello, contando con unos buenos recursos e instalaciones tanto en los colegios como en la universidad.
    Mientras que el profesorado universidad no baje a ver que sucede en los centros, las experiencias y la voz de los maestros no sean tenidas en cuenta. Se hable y se trasmita el mismo lenguaje y mensaje pedagógico en ambas instituciones. No podrá haber una «sola formación inicial» y tendremos lo que hay, una formación inicial dispersa y contradictoria en muchísimas ocasiones entre la universidad y colegio. Que da lugar a un profesorado sin criterios sólidos y fundamentados, entre los conocimientos teóricos y los prácticos. Un profesorado desorientado y «desquiciado» con estos mensajes contradictorios. Y para colmo de los colmos, una ley de educación diferente cada vez que se cambia de gobierno.
    Ante tal cúmulo de desatinos y despropósitos, solo nos queda hacer propuestas los que estamos sufriendo de cerca todo este maremagnum, interesados solo por sus luchas internas, y que poco les preocupa la mejora de la formación y la calidad de nuestra educación.
    Seguiremos hablando en otros foros con soluciones concretas y propuestas.

    Un saludo

    1. Muchas gracias por tus palabras, Juanjo. Uno corre el riesgo de hacer generalizaciones a partir de la realidad que conoce, que siempre es limitada. En mi caso, hablo por experiencia personal y la de mis compañeros de claustro en mis años de trabajo. Muchas conversaciones sobre formación hemos tenido en el centro con quienes han venido a hacer prácticas y, sorprende mucho, la falta de actualización docente y la desconexión que reflejas. Estaré muy pendiente de esos estudios. Esperemos que las propuestas lleguen a algún lado, no estaría de más.

      Un saludo cordial

  11. NO entro en los temas que habéis comentado. Están de sobra dialogados. Lo que yo hecho de menos en la formación inicial es que se nos planteen preguntas claves de educación que parece que han caído en el desuso a costa de cuestiones aparentemente más prácticas, actuales o pragmáticas ( a las que no quiero quitar importancia). Por ejemplo ¿Qué significa educar en una sociedad cómo la actual? ¿ Para qué? ¿Al servicio de quién? ¿Qué debería plantearse en la etapa obligatoria la Escuela?. También, qué respuestas ha tenido esto en la historia pasada y reciente (Hay que ver lo ingeniosos que se piensan que son algunos pensando lo que ya otros han pensado, reflexionado, llevado a la práctica… y tu sin saberlo).
    Esto antes se llamaba algo así como Filosofía de la Educación. Tampoco vendría algo de historia de la educación y la pedagogía crítica. Lo cierto es que más allá de un conjunto de tecnologías y didácticas que siempre están , lógicamente, en transformación, un educador qué no se ha planteado en serio su SER EDUCADOR. Algo de lo que digo intuyo que se dice en el último comentario de Juanjo (por lo de la desorientación). Nada de lo que estudiamos inicialmente vale para nada si nuestra acción no radica en reflexiones que vayan más allá de las «últimas tendencias» y si no hacemos de eso luego un hábito permanente. No sólo actualizar nuestras «herramientas», sino también nuestra reflexión pedagógica.

    En mi experiencia de también unos pocos años de profesor (25 años), he visto/ vivido una cuantas modas pedagógicas innovadoras que no han hecho cambiar sustantivamente nada del papel que sigue asignándose a la Escuela desde instancias ajenas a «esta obra». También he visto currículum brillantísimos de decenas de aspirantes, con «méritos académicos» sin igual… que sinceramente no han hecho más que «adaptarse», según las «modas» y lo «valioso» del momento, a lo que hay. NO sólo hay que aprender a HACER. Hay que saber por qué y para qué se HACEN las cosas que se hacen.

    Considero difícil evaluar de una vez para siempre a alguien. Y mucho menos juzgar con no sé qué pruebas su potencialidad. Habrá que diseñar por tanto mecanismos de autoevaluación permanente y aprender a someternos a la crítica de la comunidad educativa en un sentido amplio. Así que sobre la base de una buena selección inicial para ejercer lo mejor hecha posible, creo que algún papel evaluador y ejecutivo en la selección del personal debemos dejar también a los Centros, a las comunidades educativas.
    De otro lado, habría que pensar también que en esta profesión, como en todas, no actuamos sólo desde nuestra individualidad. Alguien, «poco valioso» aparentemente por su hoja de créditos y servicios puede encajar perfectamente bien y ser fundamental evaluado en un contexto colaborativo. Y esto no es una tontería.

    Es una humilde opinión nada más.

    1. Muchas gracias por comentar, Manuel. Precisamente, no he hablado de la formación clásica en Educación pensando en que sigue existiendo. De hecho, cuando propongo que nos formemos en estos aspectos no lo hago como contraposición a los que dices, sino como complemento necesario para poder ejercer la profesión. En el fondo del debate subyace la idea tradicional en España de que la Universidad no te forma para trabajar sino que te imparte contenidos teóricos y es después, en el trabajo, cuando aprendes realmente. En este sentido, considero que al incorporarte al mundo del trabajo sino tienes unas herramientas mínimas que hayas experimentado previamente, tiendes a reproducir el modelo de profesor «que todos llevamos dentro» y que suele coincidir con el que hemos tenido como alumnos.

      Tu aportación sobre el fondo del por qué, para qué, etc. me parece tan importante como imprescindible, para que no perdamos de vista las funciones de la Educación en estos tiempos revueltos.

      un saludo

  12. Enhorabuena por el post. Por azares diversos, he conocido y participado como docente en buena parte del proceso que mencionas: academias de oposiciones, facultad de magisterio, máster de secundaria… Suscribo tu diagnóstico y reconozco que resulta difícil solucionar el problema si no se ataca desde distintos ámbitos. Tal como se plantean los planes de estudio de las carreras y del máster es poco probable que las cosas cambien. Encima, el sistema de oposiciones sigue anclado en temarios obsoletos y juzgado además por tribunales que no están al día. Es complejo pero, si no lo abordamos con seriedad, la calidad del profesorado no va a mejorar por arte de birlibirloque.

    1. Gracias Toni. De vez en cuando me vienen a la cabeza aspectos claves de la Educación que podrían mejorar sin necesidad de cambios legislativos brutales y éste, el de la formación inicial, es uno de ellos. Es curioso que el principal factor de calidad del sistema educativo, el profesorado, no tenga detrás un soporte profesional que permita el acceso de los mejores, el mérito para retribuir a los que destacan, una vez dentro de la profesión, los contactos con la Universidad… ¿no será que la Educación no importa? Como bien dices, la calidad del profesorado no va a surgir por generación espontánea. Algo habrá que hacer.
      Un saludo cordial

    1. Estimado boss petit. Evidentemente cuando has accedido a la profesión el tema cambia por completo. Como habrás leído en los comentarios de otros colegas y míos también, es imprescindible un sistema de evaluación de la práctica docente así como un sistema de formación permanente muy cercano a las necesidades del aula. LA tutorización de compañeros, los grupos de trabajo, la supervisión en las clases… son algunas ideas que desarrollaré más adelante.
      Muchas gracias por pasarte por aquí.

  13. Hola Víctor:

    Desgraciadamente, tienes razón en la mayoría de lo que dices y creo que va a ser muy difícil cambiar el funcionamiento de la formación inicial del profesorado, pero poco a poco se van haciendo cosas por cambiar, os dejo un ejemplillo. (http://cristinatic2012.blogspot.com.es/).
    Lástima que este enfoque es algo residual dentro de todo su periodo formativo.
    Por otro lado, si no cambia la política universitaria de acreditaciones la docencia cada vez se va a ir dejando más de lado e irá a peor, sí sí todavía peor.

    Un saludo.

    1. Muchas gracias, Víctor por tu aportación. Cuando hablas de un ejemplillo te refieres a esta maestra que está poniendo en marcha cosas nuevas, verdad? Es prometedor, desde luego, y un aliciente para confiar en los que llegan por detrás.

      Recibe un saludo cordial

  14. Hola de nuevo Víctor:

    Aunque no lo creas no se trata de una maestra, sino de una alumna de primero de Pedagogía. Lo que pasa es que hasta aquí hemos llegado… A partir de ahí volvemos a la rutina de siempre. Este es un ejemplo que conozco de primera mano, pero hay más por otras Facultades de Educación (pocos todavía). Poco a poco espero que se vaya mejorando.

    Saludos

  15. Buenas noches!…no puedo estar mas de acuerdo con toda esta reflexión! Estoy viviendo el Máster como alumno y si no fuese por mi motivación personal, no me hubiese valido de nada!! La formación sigue siendo escasa y el alumnado lo toma como un trámite soporífero!

    1. Me alegro que esa motivación te sirva para seguir adelante. Me temo que, de momento, no te queda otra. Aprovecha para conectarte con otros profesores que empiezan para no estar desconectado.

      Un saludo.

  16. Estimado Víctor,

    Soy María del Mar, pedagoga y profesora de Universidad. Te sigo y te admiro desde hace tiempo en las redes sociales.

    Estoy de acuerdo en muchas de las cosas que comentas en tu entrada. Es cierto que hay una necesidad importante de mejorar y renovar la enseñanza Universitaria, y más en Facultades como Educación, que deberían ser ejemplo para el resto acerca de cómo mejorar la calidad de la docencia.

    Sin embargo, y aún siendo consciente de todas sus deficiencias, voy a defender un poco la institución Universitaria, ya que muchas veces, el problema subyacente es el mismo que en otros niveles educativos. Las instituciones sociales deberían fomentar el cambio, sin embargo, se sigue pensando que el alumno más brillante es el que más contenido teórico memoriza, y esto es algo que los propios alumnos y familias piensan en muchas ocasiones (por no decir muchos profesores de todos los niveles). He perdido la cuenta de las veces que he intentado explicar a mis propios amigos la importancia de las competencias y de la importancia de evaluar de otra forma, pero sigo siendo cuestionada, incluso por los que más me quieren, porque a pesar de ser pedagoga, parece que de educación entiende todo el mundo, y los que trabajamos en ella deberíamos reivindicar mejor el papel de la educación como disciplina científica.

    Con esto quiero decir, que generalizar no es siempre correcto. Afortunadamente, creo que cada vez hay más profesores que intentan hacer cosas distintas en la Universidad. Las Unidades de Innovación han promovido experiencias realmente interesantes y cada vez somos más los que nos acercamos a las aulas e intentamos mejorar cada día la formación de los maestros.

    Es cierto que hay que mejorar y cambiar, pero como en todo el sistema. Tristemente tengo que decir que tengo la experiencia de tener alumnos de prácticas que han querido innovar y utilizar otras metodologías y recursos, y que cuando han llegado al aula de prácticas el profesor de Primaria les ha dicho que tenían que seguir el libro de texto sí o sí.

    Tristemente en nuestro sistema el profesor innovador se convierte en un fenómeno extraño. Y políticas como las que se están haciendo actualmente no ayudan mucho, primero se desprestigió a los docentes de la formación básica, para justificar la LOMCE, y ahora van a por los de la Universidad, para seguramente aplicar una reforma que yo al menos me huelo no va a ser muy adecuada.

    Soy la primera que piensa en que hay que cambiar el sistema de oposiciones, el Máster, mejorar la formación en metodología y evaluación, etcétera… Estoy de acuerdo en muchas de las cosas que comentas respecto a la Universidad, pero para cambiarlas, tienen que darnos la oportunidad de poder cambiarlas, contando con nosotros, y tiene que haber un cambio más profundo que del propio sistema, para que realmente se produzca la mejora.

    Iniciativas como las del señor González, que va a pedir que cualquier titulado Universitario pueda ser Maestro de Primaria es un absoluto disparate. Desprestigia la labor del docente y ridiculiza la educación, al pensar que cualquiera puede hacerla sin tener formación para ello. Indignada me encuentro.

    1. Hola María del Mar.

      Gracias por el comentario, te sigo igualmente en Twitter y sé de tu buen hacer. Comparto contigo la injusticia de hacer generalizaciones, evidentemente metemos a todos en el mismo saco sin permitir que se vean las experiencias que dentro de la Universidad están tratando de cambiar el propio sistema de formación del profesorado. Me gusta que reivindiques la Educación como ciencia, algo que se olvida frecuentemente, quizás también porque así cualquiera puede decir obviedades, ocurrencias o hablar desde la propia experiencia sin tener que recurrir a reflexiones profundas. Siempre comparo nuestra profesión docente con la médica para significar las enormes diferencias en tareas que, paradójicamente, la sociedad entiende como imprescindibles. Nadie osaría decir que un médico deba aprender a curar una vez esté ejerciendo o que el acceso y la formación inicial no tuvieran las garantías de que el desempeño posterior será el adecuado. Desde ahí propongo endurecer el acceso a los estudios que conducen a ser maestro, sólo desde ahí. No acabo de entender cómo es posible que puedan ser maestros personas que ni siquiera hayan aprobado Selectividad, sin que esto prejuzgue su posterior profesionalidad. No juzgo eso.
      Tampoco podemos idealizar la práctica como depositaria de las garantías en la formación porque, a mi humilde entender, la práctica docente es mala, muy mala. Metodologías obsoletas, absoluta dependencia del libro de texto, peso exclusivo del examen memorístico como elemento evaluador, pasividad del alumnado… en ese contexto, ya podemos tener un modelo similar al MIR que lo único que formamos son maestros que repiten esquemas. Eso es exactamente lo que está ocurriendo.
      Así que innovación antes, durante y después, porque si no, seguiremos con lo mismo.
      Un placer debatir contigo.

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