Enredando con Linux

Hace unas semanas que instalé MAX 3.0 en el portátil para empezar a trabajar con un S.O. de libre distribución. Ya he contado que costó bastante instalarlo (Linux también se cuelga) y ahora que estoy enredando para «hacerme con él» tengo algunas reflexiones que compartir.

Empecé en el mundo de la informática con Mac OS y tuve mis tres primeros ordenadores con ese S.O. sin problema alguno. Todavía recuerdo la facilidad e intuición con la que se manejaban aquellos primeros Mac y las sorprendentes aplicaciones (mucho más numerosas que Windows) a nuestra disposición. Para adquirirlas había que copiárselas a algún amigo o comprar revistas especializadas. Todo estaba bien y eso que usábamos disquetes.

En 1996 llegó Windows 95 copiando el interface de los Mac e inundando el mercado con el sistema operativo más extendido hasta nuestros días. Entonces empecé a tener conflictos entre mis archivos de mi Mac Power PC y los de Windows y acabé, un par de años después, decantándome por adquirir un ordenador con Windows 98, un 486. Abandoné los Mac para integrarme en la sociedad, ya que los Maceros éramos minoría.

Ahora me dejo caer en los brazos de Linux y me doy cuenta de que todos estos años con Windows han dejado huella. Me cuesta pensar diferente a Windows, creo que he interiorizado de tal modo su forma de trabajo, sus cuelgues, la estructura del sistema que ahora me cuesta encontrar la lógica de Linux, desde las cosas más sencillas. Ejemplos: en MAX 3.0 la versión de Firefox es la 1.5 y quiero actualizar a la 2.0. Descargo el archivo, hago doble clic y… ¡nada! no se ejecuta el instalador. ¿Pero qué ocurre? ¿Qué falla? No tengo ni idea, así que escribo a Alejandro que me explica cómo hacerlo. Lo consigo actualizar pero al reiniciar el portátil y abrir Firefox se abre la versión antigua… ¿cielos, será así siempre?

Para navegar por Internet me ocurre que tengo que activar manualmente la conexión wifi cada vez que me conecto, un auténtico peñazo, por no hablar de las malditas contraseñas: todo lleva contraseñas. Y de los directorios, ¿qué me decís? porque el sistema de organización nada tiene que ver con Windows y así sucesivamente…

En resumen, tengo que alfabetizarme en Linux, como quien aprende otro idioma, y buscar sus trucos, sus atajos y empaparme de su forma de trabajo. Y eso lleva muchas horas, muchas pruebas, muchos errores… como en Windows, pero ya he pasado esa fase. Realmente, me pregunto si esos esfuerzos valen la pena, por muy convencido que esté de tener que hacerlos. ¡Joder, es que hasta para esto hay que hacer militancia!

Menos mal que en Ayerbe me he apuntado al taller de Ubuntu y derivados con Alejandro.

¡Algo aprenderé!

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2 comentarios en «Enredando con Linux»

  1. Víctor, eres un quejica, y así no se puede emprender una nueva aventura vital como la de Linux. Tendrás que poner algo de tu parte y sortear las dificultades utilizando la cabeza; por ejemplo: si se te abre el antiguo Firefox es porque no lo has desinstalado y porque los enlaces tienen la antigua ruta. En cuanto a la conexión a internet, en Max 3.0 hay que activarla las dos o tres primeras veces, pero luego se queda activada para siempre. Y no confundas a la gente: sólo hay una contraseña por usuario más la del administrador, lo que mejora la seguridad del sistema si se compara con Windows, donde el usuario puede hacer todo tipo de estropicios en el sistema incluso sin darse cuenta. Max 3.0 tiene sus ventajas e inconvenientes, y no es una Ubuntu actualizada a la última. Me parece que te estás fijando en dos o tres pequeños problemas de una distribución concreta, pero todavía no eres consciente de lo que has ganado entrando en Linux. Cuando te des cuenta, espero que escribas un artículo sobre ello.

  2. Alejandro: estoy deseando escribir de las bondades de Linux… ¡cuando las encuentre! Es una broma, je, je. Linux me parece más estable y no hay virus pero todavía me estoy haciendo a él, así que es normal que me queje, sobre todo, teniendo en cuenta que no soy experto en informática y he sido bautizado en Mac y confirmado en Windows, je, je.
    En todo caso, gracias por tus ánimos.

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