Sensaciones encontradas

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Después de asistir al Educaparty en Santander y disfrutar de la compañía de algunos amigos, me reincorporé al Instituto el miércoles, en concreto, para asistir a Juntas de Evaluación de septiembre. En la Comunidad de Madrid, se reimplantaron los exámenes de septiembre a pesar (creo yo) de la enorme pérdida de tiempo que suponen en la inmensa mayoría de los casos. Pues bien, decía que volví al centro y me reencontré con los compañeros en uno de los momentos mejores del año, en el que nos sentimos todos felices y relajados, compartiendo nuestras vicisitudes veraniegas. Es un momento de alegría y camaradería sincera que el paso del tiempo se encargará de ir diluyendo cual azucarillo en el café.

Pero mi primer día en el centro dio para mucho. Como tuvimos reuniones desde por la mañana hasta por la tarde, pude disfrutar de la comida con dos estupendas compañeras. Estos momentos, tan escasos y tan atípicos durante el curso, me encantan porque suponen un instante de encuentro para compartir desde un punto de vista más personal. Si no fuera por ellos, estaría muerto. De hecho, suelo quedarme a comer todas las semanas para luego seguir en el centro con otros menesteres y aprovechar el rato con algún compañero. ¿Cómo es posible que convivamos en el mismo centro cerca de ochenta profesores y apenas tengamos leves referencias de nuestras vidas? Esta falta de relación personal, que algunos pensarán que es normal pues estamos trabajando, no creo que sea ajena a la vivencia tan despersonalizada del paso por el instituto que tienen muchos alumnos (y muchos profesores). Me doy cuenta, con el paso de los años, que el tiempo para encontrar a la persona que hay detrás del compañero, sencillamente no existe.

Los expertos sobre relaciones laborales hablan sobre la importancia de crear auténticos equipos de trabajo que se identifiquen altamente con los objetivos de la organización para la que trabajan y que tengan unas relaciones personales sanas y fluidas. Naturalmente, esto no significa que seamos amigos de nuestros compañeros del Instituto (si llega el caso, llegará) pero sí que existan unos cauces de relación informal y, sobre todo, de buena comunicación que hagan del trabajo una experiencia más agradable y, efectiva. En estos aspectos, es clave la figura del director o coordinador del equipo, el Equipo Directivo en nuestro caso, que con su estilo de liderazgo y con la capacidad de dinamización del grupo de profesores, lo que incluye el generar las condiciones para esas relaciones agradables, harán del claustro un equipo identificado con la tarea de enseñar, con altas expectativas respecto a los resultados de los alumnos y una conciencia común de hacer un trabajo en equipo muy importante para la sociedad.

Naturalmente, para poder crear estas condiciones son necesarias unas instalaciones con un mínimo de dignidad, asunto del que he hablado en algunas ocasiones en el blog. Empezando por las clases y resto de instalaciones del centro y acabando por los despachos de los profesores o la propia sala de profesores, en las que sólo si eres rápido puedes optar a sentarte en uno de los dos sillones disponibles, así como sólo podrás optar a uno de los cuatro ordenadores si eres ágil. Cualquiera que pase por la sala de profesores de mi centro se echaría a llorar o, sencillamente, pensaría que los profesores somos unos pringaos por aceptar trabajar en unas instalaciones como en las que lo hacemos. Dice muy poco de nuestra propia dignidad profesional y, desde luego, es un chollo para al Administración que tiene a tan resignados empleados en sus nóminas. Ah, las canastas y patios deportivos del centro están, literalmente, destrozados, para no desentonar del estado general del Instituto.

Acabo. Una vez más, y van unas cuantas en mi vida profesional, escuché comentarios de algún compañero respecto a la nota que ponía a un alumno con necesidades educativas especiales… me canso del tema tanto que sólo pienso en cuál sería su actitud en el caso de que su hijo tuviera alguna discapacidad. Lo dejo ahí. ¿Hacemos todo lo que está en nuestras manos para que estos alumnos tengan las mismas oportunidades y los mismos derechos que los demás? Ya sé que en clase hay muchos más alumnos, culpa que en ningún caso es del alumnado con discapacidad, los cuales merecen la atención por parte del profesor al tiempo que éstos deben esforzarse y trabajar sin paliativos. Pero desgraciadamente, el alumnado con necesidades educativas especiales pasa muy desapercibido dentro de las clases y, además, generalmente, molestan poco. Tan poco que ni a la hora de que le pongan las notas se les tiene en cuenta.

Lo dicho, sensaciones encontradas. Por cierto, la pintada es del patio del Instituto. Sin comentarios.

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3 comentarios en «Sensaciones encontradas»

  1. ¿No te habrás equivocado de IES y te habrás metido en el mío?. Es tremendo el nivel de cutrerío, no se me ocurre otro calificativo. Son lugares poco o nada acogedores, de los que todo el mundo quiere salir cuanto antes…Efectivamente, no solo sufrimos sino que también lo consentimos.

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