Las cifras siempre tienen el inconveniente de dejarnos algo fríos. No tienen caras, no transmiten emociones. Pero los 10.000 del título de esta entrada hacen referencia al número de niños que morirán hoy por causa de la desnutrición infantil en un mundo saturado de alimentos (y de obesos, por cierto) que no los reparte adecuadamente. Las causas son muchas, las soluciones también.
Médicos sin Fronteras, una ONG de ayuda humanitaria de reputación incuestionable presente en múltiples confines del planeta ha lanzado la campaña contra la desnutrición infantil severa a través de un cibermaratón poniendo de manifiesto la necesidad de tomar medidas urgentes para salvar a los nueve niños que mueren cada minuto por esta causa. Las cifras son contundentes: 20 millones de niños están en riesgo de morir por esta causa.
Desde hace unos años se utiliza como indicador rápido de desnutrición el brazalete MUAC. El brazalete MUAC (del inglés Mid-Upper Arm Circumference o perímetro braquial) es el instrumento en forma de cinta que utilizamos para hacer un diagnóstico rápido de la desnutrición en los menores de 5 años. El diagnóstico se verifica posteriormente con la proporción de peso y talla del niño. El brazalete MUAC está graduado y tiene cuatro franjas de color.
Cada color indica un nivel de nutrición.





Con el RUTF se consigue tratar a 10 veces más niños que con los tratamientos anteriores. La gran mayoría de los niños desnutridos puede seguir el tratamiento desde casa en lugar de tener que ingresar en el hospital. Esto permite que el programa llegue a más niños, al tiempo que se minimiza el riesgo de que contraigan una infección en el hospital.
Un tratamiento adaptado a las necesidades de los niños de entre 6 meses y 5 años. Fácil de usar en entornos con recursos limitados. No contienen agua, lo que les hace resistentes a la contaminación bacteriana. No requiere preparación previa. Se reparte en sobres individuales envasados al vacío, listos para comer. Tienen una larga caducidad. Resultan fáciles de utilizar y transportar en climas cálidos.
En mi caso, aparte de firmar el llamamiento, voy a organizar una pequeña exposición en el Instituto donde trabajo mostrando los brazaletes que se usan para medir la desnutrición infantil y repartiéndolos a los chavales.
Os dejo con uno de los vídeos de la campaña.
No aprendemos. O mejor, no queremos aprender. Seguimos hablando de crisis.
Gracias por hacernos mirar al lugar adecuado.
Martín, ¡qué razón tienes! Crisis es lo que tienen millones desde hace tiempo, con las vacas flacas o las vacas gordas.
No podemos mirar hacia otro lado.
Es estupendo lo que habeis hecho hoy en tu instituto, Victor. Es estupendo el trabajo que hacen organizaciones como Médicos Sin Fronteras para combatir la desnutrición infantil. Es estupenda la campaña de sensibilización masiva que han llevado a cabo.
Leí el artículo de EPS, recibí correo postal de MSF, leí tu post, ahora tu twit. Y me sigo preguntando una y otra vez, ¿cómo es posible que la desnutrición infantil se dé en niños de 6 a 2 años (o más)? Cuando tanto sus necesidades nutricionales como su salud deberían estar garantizadas a través de la lactancia materna.
En el artículo de referencia describen el tratamiento que recibe una niña de tres años y dicen «Lo observaría si Senara se desenganchara del pezón de su madre, del que intenta extraer una leche casi agotada por sus dos hermanos pequeños». Su madre tiene claro que la prioridad es atender a los más pequeños, y así lo hará. Está claro que en caso de pobreza extrema y sin apenas nada que llevarse a la boca es casi imposible amamantar a tres criaturas. Sería interesante que en esas circunstancias la madre fuera también destinataria de esos saquitos salva vidas. En algunas culturas, las madres de bebés y niños pequeños reciben una atención especial y prioritaria por parte de su grupo, que cuidan de su salud y alimentación.
MSF también tiene claro el riesgo que supone para la salud la lactancia con leche de fórmula en lugares en donde el agua es escasa y está contaminada. Y tratan la malnutrición infantil sin abandonar la lactancia materna: Israel, un niño de nueve meses que combate la malnutrición y la enfermedad desde hace una semana con Plumpy’Nut, leche materna y antibióticos.
Lo más indignante de esta situación, lo más aberrante, lo más mezquino, procede nuevamente, del Primer Mundo. Cuando la insdustria de alimentación infantil se instala en el Tercer Mundo y pretende con sus «muestras gratuítas» fidelizar a una población que escasamente puede financiar la leche de fórmula, que vulnera repetidas veces el Codigo Internacional para la Comercialización de Sucedaneos de la Leche Materna.
Es nuestro Primer Mundo el que una y otra vez exporta miseria al Tercer Mundo. Porque lo que más vale, es lo que menos cuesta. Y eso, no reporta beneficios económicos a algunos.
Gracias por hacerte eco de esta campaña 😉
Perdón, de 6 meses a 2 años, quise decir en mi comentario anterior.