A veces me siento solo

Vaya por delante la aclaración: me encanta mi trabajo. Pero a veces me siento solo. Les pasa a muchos orientadores, me consta. Los orientadores de Secundaria estamos solos.

Estamos solos, aunque formemos parte del claustro, porque suele haber un único orientador en todo el centro; estamos solos, porque en muchas ocasiones no hablamos el mismo idioma que el resto de profesores; estamos solos, porque aunque estemos plenamente aceptados, es mi caso, echamos de menos poder intercambiar opiniones, puntos de vista o análisis con compañeros de profesión. Hablo de esa soledad, no otra.

Cada Comunidad Autónoma tiene su propio modelo de orientación pero es habitual la presencia de un único orientador en centros de Secundaria que puede llegar a trabajar con mil alumnos. No es de recibo, máxime cuando los organismos internacionales como la UNESCO recomiendan que haya un orientador por cada 250 alumnos. Los recortes presupuestarios no han hecho más que consolidar la tendencia al trabajo aislado del orientador, a sobrecargarle de tareas y a exigirle que cumpla unas funciones que antes acometían otros profesionales.

Creo que nadie discute a estas alturas la orientación como un derecho de cualquier alumno y la existencia de departamentos o servicios de Orientación con un alto nivel de especialización psicopedagógica. Por otra parte, se nos demanda, en el ejercicio de nuestro trabajo, unas competencias profesionales (véase la investigación de Asunción Manzanares) que podemos englobar en los campos siguientes:

  • Dificultades de aprendizaje
  • Competencia social
  • Resolución conflictos
  • Trabajo coordinación equipos
  • Competencia emocional
  • Orientación profesional/académica/vocacional
  • Orientación tutorial
  • Orientación familiar
  • Alumnado con necesidades educativas especiales
  • Atención a la diversidad
  • Asesoramiento profesorado
  • Apoyo al proceso de enseñanza y aprendizaje
  • Evaluación psicopedagógica

El listado anterior revela, sin lugar a dudas, la especialización, la responsabilidad y la complejidad del trabajo del orientador. Requiere de una organización muy potente y de una gran capacidad de gestión para poder sacar adelante todas las tareas inherentes a nuestro trabajo. Tenemos muchos frentes de trabajo pero trabajamos en equipo, con nuestros compañeros del Departamento y con el resto del claustro. Son niveles de trabajo diferentes a los integrantes de un departamento didáctico en el que todos sus integrantes son de la misma especialidad. Sus funciones docentes determinan, sin lugar a dudas, la complejidad de la tarea por la cual sólo puedo sentir admiración y respeto. Todo mi trabajo está orientado a apoyarles, sin duda.

Lejos de que se reconozca este hecho, en los últimos años he asistido al progresivo desmantelamiento de los Departamentos de Orientación al suprimirse o reducirse profesionales que eran integrantes del mismo: profesores de Apoyo, profesores de Audición y Lenguaje, profesores de Compensatoria, profesores de Servicios a la Comunidad y profesores de Diversificación. Esta reducción hasta hacer del Departamento de Orientación un departamento minimalista, no ha disminuido las demandas de trabajo en absoluto. Sigue habiendo demandas relacionadas con las competencias descritas y algunas nuevas, como todo lo relacionado con la gestión de la Identidad Digital, por ejemplo.

Aunque tengo por norma el dar lo mejor de mí mismo, siento que el esfuerzo que hay que realizar para poder desarrollar dignamente tu trabajo se choca con la sensación de que hago el juego a una Administración educativa que piensa que es mejor trabajar con menos recursos, que piensa que la calidad llega reduciendo el presupuesto. El problema es que soy yo quien tiene que rendir cuentas a los alumnos, las familias o a los compañeros de claustro.

Por otra parte, no tengo estómago para eludir tareas que antes hacían otros compañeros, como todo lo relacionado con los servicios sociales, por poner un ejemplo. Resulta muy difícil dar argumentos legislativos cuando tienes delante a personas y sus problemas, sus vidas, sus circunstancias. La Administración lo sabe, se aprovecha de ello, faltaría más.

Es posible que haya orientadores, como el resto de profesores, que no cumplan adecuadamente su trabajo. Es posible que haya orientadores sobrepasados por la carga de trabajo que genera un centro de Secundaria con alta diversidad. Es posible que haya orientadores que se sientan solos haciendo un trabajo que muchas veces es gris. Esa sensación de soledad es insoportable por eso es tan necesario estar bien arraigado en tu centro y, sobre todo, incorporarte a redes profesionales, pertenecer a alguna comunidad de práctica en la que los intereses sean los mismos. Mi incorporación a la Comunidad Orientapas, mi participación en el hangout del 27 de marzo sobre Orientación 2.0 tienen ese objetivo, naturalmente. A falta de una asociación de orientadores en Madrid que aglutine los intereses del colectivo, bienvenida sea la Red.

No tenemos los mismos intereses que el resto de profesores, esto es evidente, aunque tenemos algo en común: si nos sentimos solos, tenemos la necesidad de trabajar con otros, dentro o fuera de nuestros claustros. ¡Menos mal!

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5 comentarios en «A veces me siento solo»

  1. Un análisis y una reflexión muy acertada, en mi modesta opinión. He trabajado ocho años en Departamentos de Orientación en Institutos de Secundaria y he vivido a mi alrededor la progresiva reducción de componentes del mismo, así como el progresivo aumento de tareas a realizar.

    Sin duda, la Administración se aprovecha de nuestra posición, de nuestro labor de «enlace» entre los diferentes miembros de la comunidad educativa. Ahí estamos nosotros, delante de personas, intentando ayudar, ofreciendo información y recursos, asesorando en encrucijadas vitales… ¿Cómo escurrir el bulto ante todo eso?

    A mí también me gusta mi trabajo, mucho, cada día más, pero es terrible no ser capaz de vislumbrar el final de este pozo tan oscuro y tan profundo en el que tengo la sensación de llevar años cayendo.

    1. Muchas gracias David. A mi sólo me salva el trabajo en equipo pero las tareas me desbordan, me generan ansiedad e incomodidad por no poder dar respuesta a las necesidades planteadas y a los retos que tenemos entre manos. Me cuesta tanto mirar hacia otro lado que tengo que lidiar con esa insatisfacción y reconocer mis limitaciones. Sólo así sigo yendo a trabajar de buen humor cada mañana.
      Un saludo cordial

  2. Hola Víctor.
    Se puede decir que soy un veterano de la orientación. incluso antes de aterrizar en los centros de secundaria ya me movía en este campo (30 años en orientación, de los cuales 21 en centros de secundaria y bachillerato. ahora llevo 2 en FP, también como orientador)
    No había visto tu post, y después de leerlo, creo que has puesto por escrito eso que sentimos los orientadores. Mis primeros años fueron en un centro de orientación zonal, y he de decirte que no es lo mismo desde el punto de vista de la «soledad» profesional que apuntas. Yo, desde luego, no lo cambio, prefiero un centro, pero eso no es óbice para que reconozca que has dado en el clavo. Tal vez no pueda ser de otra forma. Por eso es importante animarnos entre nosotros.
    Un afectuoso saludo

    1. Muchas gracias por tu comentario, Ángel. Al parecer el tiempo pasa pero la sensación permanece. Me gusta eso de que tenemos que animarnos y, además, colaborar más entre nosotros. Si no se hace duro.

      Un saludo muy cordial

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