Desde hace años, en los meses de julio y agosto, cuando han acabado las clases oficiales en los centros educativos, multitud de actividades formativas se ofrecen como complemento o alternativa al curso escolar. Ayuntamientos, entidades sociales, empresas privadas y hasta los propios centros educativos a través de las Asociaciones de Padres y Madres, ofrecen campamentos, tanto en la naturaleza – las llamadas antiguamente colonias de verano– como en los centros educativos -los llamados campamentos urbanos. Algunos de estos campamentos tienen un marcado carácter deportivo -los campus de fútbol o baloncesto- mientras que otros están orientados al aprendizaje de lenguas extranjeras, especialmente inglés. Clásicos de toda la vida son los campamentos de ocio y tiempo libre en la naturaleza, especialmente en la montaña, en tiendas de campaña, cabañas o albergues, donde disfrutar de nuevos amigos y aprender cosas que los centros educativos no suelen enseñar.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, en los que la incorporación de la mujer al mundo laboral ha sido masiva, en estos meses de julio y agosto existe un problema social para muchas familias que no encuentran alternativas a la custodia de sus hijos en el horario laboral al trabajar ambos miembros de la familia. Si hablamos de familias monoparentales, no digamos. Esta necesidad social se suple con la ayuda de los abuelos, en muchos casos, y con el uso de alguna de las actividades de ocio y tiempo libre ya descritas, a parte de con la mejor combinación posible de las vacaciones.
Existe, en mi opinión, un problema social con los horarios y vacaciones de los trabajadores en España, un país con una de las jornadas laborales más grandes de Europa y que no se ajusta a las necesidades de los niños de forma que se flexibilice para permitir llegar antes a casa y estar con los hijos. En julio y agosto, con dos meses de vacaciones escolares, no queda más remedio que acudir a alguna solución para compaginar el cierre de los centros educativos. Por otra parte, en España la extensa jornada laboral no se corresponde con un aumento de la productividad por hora trabajada, por lo que desde el punto de vista económico, es contraproducente.
Pero, desgraciadamente, esta necesidad de trabajo familiar choca con que cada vez son más los casos de los niños de muy corta edad, generalmente menores de seis años, que son sometidos a horarios inmensos en lugares en los que no se puede otra cosa que custodiarlos mientras los padres trabajan. A esto es lo que yo llamo aparcaniños.
Los aparcaniños privados para niños de 0-6 años proliferan por doquier ofreciendo una solución al problema de los horarios de los padres. Horarios inmensos, ubicaciones en polígonos industriales, locales carentes de las mínimas condiciones de bienestar y amplitud, escaso personal, dudoso o inexistente proyecto educativo… todo vale con tal de que las familias «aparquen a sus hijos». La administración hace la vista gorda y da por buena la solución al problema social: el esfuerzo que lo hagan las familias y, especialmente, los niños, no importa que sus necesidades se vean o no cubiertas. Para las familias, tener un lugar donde dejar a los hijos mientras trabajan les quita un problema.
Es escandaloso que este planteamiento se haya trasladado, desde hace unos años, también a Escuelas Infantiles públicas, donde, supuestamente, se busca una educación integral de los niños y donde la satisfacción de sus necesidades es algo prioritario. Me llama la atención, especialmente, el caso de las ¿Escuelas Infantiles? de Móstoles que tienen a gala el abrir sus puertas en días festivos durante el curso escolar -son el único caso en la Comunidad de Madrid- para «satisfacer las demandas de las familias» en contra de la normativa de la Consejería de Educación sobre horarios lectivos. En el Patronato Municipal de Escuelas Infantiles de Móstoles parecen más preocupados por quedar bien ante las familias que por el desarrollo de los niños.
Cierro con una reflexión. El calendario escolar oficial para Madrid del curso 07/08 establece para las Escuelas Infantiles (0-6) un período lectivo que va desde el 3 de septiembre hasta el 30 de julio. Justo los más pequeños tienen la mayor carga de días lectivos. Si esos niños estuvieran en un Colegio de Infantil y Primaria, empezarían el colegio el 12 de septiembre y acabarían el 20 de junio. Para las familias será un problema pero para los niños es un alivio.
¿Por qué tenemos que optar entre soluciones que perjudican a los niños y sus familias? ¿Por qué en nuestro país no tenemos unos horarios que faciliten la conciliación de la vida familiar y laboral?
Ese es el fondo del asunto.
Imagen: FlickrCC
Víctor, aunque estoy de acuerdo en que los horarios que tenemos son de lo peor de la UE, también creo que las colonias y los campamentos son una experiencia muy bonita de vivir, como niño y como adulto. El espacio no formal en que se trabaja permite compartir tiempos y espacios que no se consiguen durante el año. Además, la experiencia de la convivencia y la «supervivencia» a la que se someten los niños durante estos periodos difícilmente se dan en otros contextos educativos, el aprendizaje es bestial.
Quizás por deformación profesional -durante años estuve de colonias cada verano- la llegada del verano ilusiona a niños y a educadores, ya que permiten mezclar diversión con aprendizaje (y separarse un poco de la tutela parental, que un poco siempre va bien).
Aún así, es cierto que durante el curso, muchos niños están apuntados a todas las actividades extra-escolares posibles, teniendo una agenda prácticamente tan estresante como las de los padres. Sin embargo es tarea de los padres saber encontrar espacios donde pasar tiempo de calidad con sus hijos (la cena y la tele no es uno de ellos), quizás los fines de semana.
Recuerdo que mis padres, (ya que trabajaban y yo era una de esas niñas que hacía inglés, jazz, judo,iba a un esplay y todo lo que se podía…) todos los fines de semana se buscaban la vida para poder pasar tiempo juntos y hacer actividades como familia, excursiones, visitas, actividades… hay un montón de cosas que se pueden hacer con niños, hasta camping!
Supongo que por eso, porque puedo decir que mis padres «se lo curraron», me entristece tanto ver a cientos de familias pasar el fin de semana en los centros comerciales… cuáles son los valores que les están enseñando a sus hijos? el consumismo?
Hay un debate abierto en torno a esto, no creo que los espacios «aparcaniños» sean perjudiciales de por si, sino que los espacios y tiempos de ocio familiares están aún por descubrir. Según mi punto de vista, las familias deberían ser los primeros agentes educativos, cuando eso se vuelva a recuperar (esperemos) no veremos con tanto reparo la educación no formal, sino como un complemento educativo más.
Seguimos hablando….
Besos y felices vacaciones!!
PD: vaya chapa te he dejado….
No puedo estar más de acuerdo contigo, Ariadna, excelente análisis. Desde muy pequeño estuve vinculado a los scouts, primero como participante y después como monitor, llegando a fundar un grupo. Aquella experiencia me marcó de manera muy especial. Recuerdo con qué ilusión esperaba el comienzo del mes de julio para ir de campamento y lo mucho que aprendí en aquellos campamentos viviendo experiencias totalmente distintas a las habituales, desde luego, muy alejadas del aprendizaje escolar. Aunque nunca viví la versión urbana de los campamentos, creo que igualmente cumplen una gran función. En general, creo en las alternativas de ocio y tiempo libre con planteamientos educativos y, sin duda, en la educación no formal en un sentido más amplio. En el análisis pretendía marcar los problemas derivados de las dificultades para conciliar la vida laboral y la familiar y cómo esto incide en el desarrollo de los niños.
Me gusta, por otra parte, tu reflexión sobre la necesidad de que la familia recupere su papel educador y que el tiempo de ocio familiar no sea un tiempo de mero consumo.
Felices vacaciones igualmente.
Besos.