El viernes pasado vi en la televisión, concretamente en Cuatro, un programa llamado Desnudas. En él, el diseñador Juanjo Oliva ayuda a una mujer con una imagen de sí misma negativa a sacar partido de las cualidades de su propio cuerpo para que se sienta bella. Para ello, el diseñador recurre a profesionales de la moda y la imagen, así como a «pruebas» que le ayuden a tener una imagen de sí misma más ajustada a la realidad. El programa conecta con uno de los sentimientos básicos de todas las personas: necesitamos sentirnos a gusto con nosotros mismos, y la percepción que tenemos de nuestro propio cuerpo afecta notablemente. El lema del programa lo refleja de este modo: «para estar guapa sólo necesitas una cosa: sentir que lo eres».
Desnudas parte de la base de que hay mujeres que no se gustan a sí mismas, que se ven feas, que no se aceptan por no acercarse a los cánones sociales vigentes. Indudablemente, en estos sentimientos los valores sociales predominantes influyen notablemente. Es por eso, que hay que hacer una labor que ayude a cambiar esas percepciones. En el programa parten de la percepción de la protagonista para contrastarla con la de extraños que contemplan una fotografía de todo su cuerpo en ropa interior pero sin mostrar la cara. Los comentarios de la gente normal recogidos en plena calle son muy positivos: cuerpo femenino, piernas bonitas, pechos femeninos y sensuales… estas opiniones grabadas se devuelven a la protagonista de la historia que no da crédito y se emociona. No es capaz de decirse a sí misma lo que otros dicen de ella. ¿Esa soy yo?
Luego, con la ayuda del diseñador, la corsetera, una maquilladora y un peluquero llegan los consejos prácticos que ayudan a realzar la figura ocultando aquello que no le gusta tanto, y potenciando lo demás, para acabar posando para un fotógrafo con poca ropa que le mostrará cómo puedes transformarte en otra persona.
No ha habido magia, sino el uso de elementos bastante accesibles hoy día, como ropa normal, lencería, peluquería y maquillaje, que con una orientación adecuada consiguen que la mujer se sienta guapa y femenina. Una belleza real sin recurrir a cirugías de ningún tipo. Sólo hay que creerlo.
Las opiniones de los demás, especialmente las personas significativas, y los valores sociales dominantes, por el influjo como modelos, influyen en la autoestima, es decir, en la percepción evaluativa que tenemos de nosotros mismos. Un entorno que valora y potencia la belleza basada en cánones rígidos y homogéneos, alejados de la diversidad y realidad de las personas, y cuya influencia es enorme, hace más mella en quienes tengan la autoestima más baja, aunque también lo hace en los demás. Porque el simple paso del tiempo, por ejemplo, o la aparición de la barriga cervecera (o curva de la felicidad como la llaman otros), ¿acaso no nos afectan en nuestra autoimagen? ¿nos aceptamos así, sin más? ¿necesitamos vernos y sentirnos bellos? Quien esté libre de estos problemas, que tire la primera piedra o me mande un correo.
Bonet (1994) en Sé amigo de ti mismo, expone los pilares de la autoestima:
- Aprecio de uno mismo como persona, de sus logros, de sus valores
- Aceptación tolerante de limitaciones, errores o debilidades de manera que no se hunde cuando pierde
- Afecto hacia sí mismo, comprensión hacia sus sentimientos, su cuerpo…
- Atención y cuidado de sus necesidades reales, las físicas, psíquicas o espirituales, dejando de lado las necesidades innecesarias creadas por la publicidad
Según Bonet, una persona con autoestima es capaz de aceptar sus errores, aunque no le gusten y quiera mejorar, o sacrificarse por otros o por una causa con la que se sienta identificada. Pero sobre todo, cuando se mira al espejo la persona que tiene delante le suscita sentimientos positivos. Tiene una sana autoestima. En el caso de la mujer del programa, evidentemente, no ocurre así. De hecho, «nunca se mira al espejo». Su autoestima hace aguas por todas partes.
Hace algunos años que leí La sociedad neurótica de nuestro tiempo, de Karen Horney (1993). En él se analizan las condiciones culturales como elementos determinantes para crearnos unas forma de vivir neurótica: el afan de poder, el afán de la competencia, el afán de ser amado por encima de todo… pues bien, siguiendo el argumento de Horney, el culto desmesurado al cuerpo como valor cultural dominante nos influye a padecer una alta cuota de neurosis. Sólo así se explica el éxito de la Cirugía Estética o de los tratamientos para adelgazar. Dentro de este contexto social de culto al cuerpo y a la imagen, los expertos han descubierto una nueva patología: la llaman Vigorexia y sería el extremo opuesto a la anorexia y bulimia, algo así como una obsesión por la musculación y el culto corporal obsesivo.
Entre tanto, una empresa de cosmética, Dove, desarrolla una campaña publicitaria por la belleza real, y además patrocina el programa Desnudas. La empresa ha creado la Fundación Dove para la Autoestima para difundir los valores de la belleza real y ayudar a las mujeres a aceptarse como son para sentirse bellas. Lo he leído en el blog de Ariadna que analiza en este comentario los blogs proana (de chicas que fomentan la anorexia y se dan «consejos» para seguir adelante) que circulan por la web. Contrarestar la influencia de los cánones de belleza irreales es mucho más difícil de lo que parece. Todavía no hemos visto a ninguna mujer real anunicar a grandes marcas de perfumes, cosmética o automóviles, por poner un ejemplo. Rosa Pérez, en sentido figurado, no ha sido elegida por Chanel para ser imagen de marca.
Es curiosa la política de Cuatro. Hace meses programaron Supermodelo2006, un programa que ya critiqué en esta entrada por los valores que preconizaba, justo los contrarios que ahora dice defender. Hago memoria: «la belleza no está sólo en el interior» decía su lema. Me temo que es una cuestión de imagen y de negocio. El filón de la moda y del culto al cuerpo da para muchos «reality shows» y nadie está dispuesto a perder su parte de negocio traducido a cuota de pantalla.
BIBLIOGRAFÍA:
BONET, J-V. (1994). Sé amigo de ti mismo. Manual de atoestima. Santander: Sal Terrae
HORNEY, K. (1993). La personalidad neurótica de nuestro tiempo. Barcelona: Paidós.
Reconozco que cuando veía los anuncios del programa no sabía si creerlo: un programa en el que no se usa cirugía y fomenta la autoestima en nuestra televisión? Parecía increíble pero me decidí a verlo y la verdad es que me sorprendió gratamente. Juanjo Oliva trabaja muy bien y demostró una sensibilidad impresionante con esa mujer. El cambio que hizo fue espectacular, no sólo a nivel físico sino en cuanto a autoaceptación (y lo demostró al dejarse hacer las fotos de desnudo).
Este tipo de programas son los que transmiten valores, son los que harían que la televisión fuera realmente un medio educativo y no lo que tenemos.
Veo que Cuatro habla de coach un término que en el mundo anglosajón significa «entrenamiento». Ahora el coaching está de moda por lo que tiene de ayuda a todos los niveles, y no en lo estrictamente emocional. Desde luego, en Desnudas sí que el buen hacer de Juanjo Oliva consigue su objetivo, ¡¡¡luego es posible!!!
Junto con la campaña por la belleza real es de lo mejor de le televisión en los últimos tiempos.
hola .
no entiendo xq siempre escogeis el mismo modelo de mujer ,para mi el mas facil y femenino.las curvas siempre son curvas con mas volumen o menos.cuando veo el programa siempre son parecidas las soluciones ,pero hay otro tipo de cuerpos .como el cilindro o el mas ancho de cintura para arriba y de cintura para abajo mas estrecho.me gustaria soluciones para ese tipo de cuerpo
un saludo y gr.acias
Hola Luz. Me hice eco del programa hace ya cuatro años y pretendía llamar la atención sobre una forma de tratar a la mujer respetando su cuerpo, sin recurrir a cirugías. Respeto profundamente la variedad de formas porque lo esencial es otra cosa: la persona.
Saludos