El ocaso de la tutoría

Una de las últimas novedades de la Ley Orgánica de Educación (LOE) es la supresión de la hora lectiva de tutoría con los alumnos en ambos cursos de Bachillerato. Se ve que los sesudos técnicos que hacen las leyes educativas de espaldas al sentido común y a los profesionales de la educación, les pareció que la tutoría es una pérdida de tiempo, así que mejor quitarla.

La LOGSE, la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (ahora derogada) estableció las bases de la tutoría en 1992 en torno a cinco ejes fundamentales:

  • «Enseñar a pensar». Las actividades que se desarrollen deben responder a la pregunta: ¿Qué se puede hacer para mejorar la capacidad de aprender y pensar en los alumnos? Es decir: técnicas de trabajo intelectual, organización de tiempos y horarios, autoevaluación…
  • «Enseñar a ser persona». ¿Cómo podemos ayudar a los alumnos en la construcción de su identidad personal? Autoestima, adquisición de valores…
  • «Enseñar a convivir». ¿Cómo desarrollar en los alumnos las capacidades sociales básicas para una buena convivencia? Técnicas dinámica de grupo, habilidades sociales…
  • «Enseñar a comportarse». ¿Cómo contribuir a que los alumnos mejoren su capacidad de adaptación escolar y social? Respeto a las normas de convivencia, desarrollo del espíritu de solidaridad y cooperación…
  • «Enseñar a decidirse». ¿Cómo enseñar y aprender a tomar decisiones profesionales? Orientación académica y profesional propiamente dicha.

Si leemos atentamente los cinco ejes, podemos ver que todos ellos justifican la presencia en Bachillerato de una hora lectiva para trabajarlos mediante las actividades del Plan de Acción Tutorial y del Programa de Orientación Académica y Profesional. Pero incluso imaginando que no fueran todos ellos necesarios (lo cual es discutible) y que, por lo tanto, pudiéramos suprimir las actividades que los desarrollan, habría un campo específico en el que la necesidad de asesoramiento a través de la tutoría siempre está presente en Bachillerato: la orientación académica y profesional.

El Programa de Orientación Académica y Profesional (POAP) se desarrolla mediante las actividades de tutoría en el segundo ciclo de la ESO y el Bachillerato. Gracias al POAP, los alumnos son capaces de conocer sus capacidades, sus intereses y motivaciones, así como sus propias limitaciones para poder tomar decisiones relacionadas con su futuro académico y profesional. La inmersión en este proceso es gradual y tiene en 4º de la ESO y en 2º de Bachillerato dos de los momentos más importantes al tratarse de cursos que coinciden con el final de dos etapas.

Con la supresión de la tutoría en Bachillerato este proceso queda truncado y me asaltan las preguntas:  ¿volvemos a que el orientador sea el experto que reciba de forma individual a los alumnos que tengan dudas? ¿de donde saco las horas para ello? ¿cómo explicaré las nuevas características de la Prueba de Acceso a la Universidad? Pero todavía peor, ¿cómo desarrollaremos en los alumnos las capacidades necesarias para conocerse, reflexionar y tomar decisiones vocacionales? ¿lo hacemos sólo en la ESO cuando hay una revolución hormonal que les impide programar más allá del fin de semana?

El caso es que esta decisión tan progresista de la LOE  lleva, a mi juicio, a una pérdida de credibilidad del sistema educativo para volver a las prácticas de los años 70, ahora que el revival está tan de moda. En el ámbito de la orientación es la vuelta a la ausencia de orientación bajo el pretexto de que los alumnos de Bachillerato ya son maduros y ya tienen claro lo que quieren, palabras asumidas de forma entusiasta por muchos profesores de Bachillerato que ven colmadas una de las viejas aspiraciones respecto a la «pérdida de tiempo» que supone la tutoría y a la necesidad de tener «más tiempo» para preparar a los alumnos para la Universidad, ignorando que ésta no es la única salida ni que nada dicen respecto a la auténtica pérdida de tiempo que supone el estudio de la Religión en Bachillerato.

Pero es que los sindicatos de profesores no han dicho esta boca es mía para reivindicar el papel de la tutoría en Bachillerato, un silencio sospechoso cuando se trata de hablar de un elemento de calidad del sistema educativo (así lo decía la LOGSE y la LOCE) en vez de una cuestión de mayor calado mediático. No creo que ganen muchos apoyos reivindicando calidad por el trabajo que eso no vende. El caso es que hoy en Twitter he leído que «los funcionarios son ateos porque no creen que haya una vida mejor después»; algo de razón tienen.

El colmo del despropósito es que muchos de los que abiertamente criticaban la pérdida de tiempo que supone la tutoría en Bachillerato no han dudado este curso en ser tutores precisamente porque no tienen tutorías lectivas con los alumnos y así trabajan menos, que la vida es muy dura. La ley, no obstante, obliga a que estos tutores tengan una hora asignada para hablar con los alumnos, hora que se coloca convenientemente al final de la mañana para que la propensión al diálogo con el alumnado sea la menor posible. Al menos en mi centro, nunca había habido una demanda tan grande del puesto de tutor en Bachillerato. ¡Qué cosas!

Como tantas decisiones administrativas, esta medida educativa apenas ha sido contestada por unos pocos. Es posible que tenga su efecto en las Universidades que, con probabilidad, recibirán menos cantidad de alumnos desorientados. Es posible, como en tantas ocasiones, que los centros concertados en los que los relajamientos horarios de los profesores son menores, desarrollarán sus Programas de Orientación Profesional y obligarán a que los tutores hagan sus funciones, el prestigio anda en juego y la calidad también. Es posible que muchos orientadores, como es mi caso con el blog de orientación, usen las TIC para suplir esta carencia haciendo un requiebro responsable para obviar la medida… pero en muchos centros públicos, volveremos al aluvión de alumnos en búsqueda de información puntual para elegir estudios sin realizar el proceso que lleva a tomar decisiones de forma ajustada a su realidad.

Al fin y al cabo, tomar decisiones es una de las competencias básicas que no tiene mucha importancia en la vida, ¿verdad?

Imagen: Finis Terrae IV en Flickr

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5 comentarios en «El ocaso de la tutoría»

  1. No sé en tu comunidad, pero aquí la tutoría es algo de lo que se huye como de la peste. Todavía no tiene compensación económica y supone una carga burocrática que no compensa las pocas alegrías que debería suponer la acción tutorial (algo que sólo valoran cuatro misioneros de la educación). Por eso, no es extraño que, a pesar de contravenir las indicaciones legales, las tutorías (sobre todo las de primer ciclo de ESO) van a parar a los pobres interinos de la bolsa. Con ese panorama, lo habitual es que las horas de tutoría sean un «hacer deberes» en el mejor de los casos. Y en Bachiller, ni te cuento.
    En fin, que la tutoría es otra de esas víctimas del descrédito educativo, como bien resumes en tu entrada.

  2. Antonio, en Madrid hablamos de lo mismo. El hecho de que no tenga compensación económica, en todo caso, no exime de su cumplimiento pero relega a que los tutores no sean elegidos por su cualificación profesional sino por haber llegado, como bien dices, el último al centro.
    Un disparate más que queda fuera del análisis superficial que se hace del sistema educativo, un sistema muy factorial y complejo.
    Así nos va.

  3. Para mçí la hora de tutoría no debe estra necesariamente en el horario del alumno, sino en la del profesor (y desde luego más de una a la semana), de forma que puedas irlos cogiendo a solas para hablar

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