En Educaweb acaban de publicar un número especial sobre convivencia dentro y fuera de las aulas con algunas experiencias interesantes para nuestro trabajo en los centros educativos. La convivencia es, sin duda, uno de los retos del actual sistema educativo, y va mucho más allá de la alarma mediática que suponen los casos que saltan a la opinión pública por acoso escolar. Es una magnífica excusa para conocer distintas experiencias de toda España y reflexionar sobre el tema de la convivencia, el grupo y la innovación. ¡Qué cosas!
Sin una buena convivencia no es fácil crear un clima de aula que facilite el aprendizaje, al igual que tampoco se genera una vinculación positiva de los alumnos con el centro educativo. Esta sensación de pertenencia permite, entre otras cosas, un mayor respeto hacia los compañeros, hacia el profesorado, hacia las propias instalaciones del centro.
¿Cómo podemos hablar de vinculación de los alumnos hacia su centro si en las aulas siguen esas mesas verdes de hace veinticinco años, con un triste corcho en la pared y, en el mejor de los casos, una percha? El IES se muestra frío, impersonal, sin nada que haga amable la estancia y, en cualquier organización, un entorno agradable es lo mínimo para crear vínculos. Nos centramos tanto en el contenido (los contenidos) que olvidamos el entorno en el que trabajamos. Tanto por la dignidad de los alumnos como por la nuestra, numerosos centros deberían ser cerrados y reacondicionados para la práctica docente, no para que se adapten al Siglo XXI (sería ya fantástico) sino para que sean, simplemente, acogedores y agradables. Parece que el salto al Instituto suponga, también, un salto a lo cutre, lo austero, lo impersonal como si estar en entornos agradables y propicios fuera patrimonio de las etapas de Educación Infantil y Primaria o, desde luego de la Universidad (que se lo tienen merecido, ¿no?). ¿Por qué en los centros de Secundaria tenemos que resignarnos?
¿Se puede fomentar la convivencia exclusivamente desde la disciplina? Creo que no. La disciplina es una parte -imprescindible, desde luego- de la convivencia, pero no la única. La dinámica acción-reacción (me recuerda a Los chicos del coro) tiene sus limitaciones. ¿Dónde quedan las acciones encaminadas a que convivamos en el centro, esto es, vivamos juntos y tengamos espacios de encuentro con las personas que compartimos el acto educativo? Toda acción, desde la más insignificante hasta la más elaborada, fomenta un tipo de convivencia: los saludos, el control de los pasillos, el estilo comunicativo en clase, las actividades encaminadas a que los recreos tengan algún contenido, los recreos mismos; las actividades extraescolares, jornadas, fiestas… en general, eventos de cualquier tipo, porque dentro del centro educativo, TODO es educativo.
El papel del grupo en el establecimiento de un clima de aula es clave. Conocer cómo evoluciona un grupo, los roles de sus miembros, las dinámicas que sirven para que el grupo se cohesione y resuelva sus conflictos deberían ser parte del temario de cualquier carrera relacionada con la educación en cualquiera de sus ámbitos. La fuerza del grupo es impresionante, por lo que buscar su cohesión es un objetivo primordial. Hacer que sus integrantes tengan objetivos comunes, es una de las claves del éxito del grupo en organizaciones. Bien lo saben algunos entrenadores deportivos que han llegado a lo más alto aplicando esta filosofía, como señala Pepu Hernández, entrenador de la Selección Española de Baloncesto, campeona del mundo y subcampeona de Europa:
Superar los límites que cada uno se impone, a través de la introspección y el trabajo personal, y saber gestionar y conducir el trabajo en equipo son algunas de las claves del éxito empresarial. Teniendo en cuenta que el factor principal de ambas ideas es siempre el mismo: la persona.
Sin lugar a dudas, los profesores -el factor humano- somos el principal valor del sistema educativo, de nuestro centro educativo concreto. Saber usar nuestro potencial para sacar lo máximo de nuestros grupos es nuestra meta. Contamos con poca ayuda de la Administración, de la sociedad en su conjunto, pero eso no quita nuestro papel central en el acto educativo. Somos, por encima de todo, los entrenadores que debemos sacar lo máximo de nuestros alumnos. Pepu señala, en una de sus reuniones con empresarios, la importancia de la planificación, igualmente,
Planificación, no dar nada por supuesto, respeto, confianza, generosidad, humildad, equilibrio entre el esfuerzo y el descanso-ocio, innovación, planificación, reacción ante la adversidad… son las claves del éxito del grupo.
Antes de que me hagáis la crítica de que un aula hetegonénea es diferente a un club deportivo formado por profesionales con alta motivación y capacidades, os diré que estoy totalmente de acuerdo. Un grupo de alumnos desmotivado, en el que alguno no quiere estudiar, requiere de un esfuerzo adicional. Pero ello no invalida mi argumento: hay que manejar el grupo como si fuera un grupo de profesionales de alto nivel, fomentando en el mismo el compromiso por salir adelante, por aprender, por hacer de la estancia en el centro algo estimulante. Esa parte, nos toca a nosotros. Dice Pepu:
El concepto de compromiso siempre tiene que estar presente. Me da igual el tipo de compromiso que tengan: compromiso por la amistad; compromiso por ganar; compromiso por defender a tu país…, pero siempre tiene que haber un compromiso
Y como hablo de convivencia y de grupo, creo que en cualquier grupo tiene que tener las normas de convivencia muy claras, establecidas por el propio grupo en el marco de las que haya en el centro. Y eso es más que unas normas de disciplina o un listado de prohibiciones, aunque éstas formen también parte de las mismas.
Pepu también reconoció que todo grupo tiene que tener unas normas básicas de convivencia y que las de la selección española están basadas en cuatro conceptos: respeto, generosidad, confianza y humildad (…) Respeto por el trabajo de los compañeros; generosidad en el esfuerzo; confianza para, por ejemplo, disentir o tomar decisiones propias y humildad.
Rizando el rizo, añado al análisis la capacidad de innovación. Los jóvenes de hoy viven inmersos en el uso de las tecnologías en su vida cotidiana y esto tiene consecuencias en su forma de aprender. Frente a eso, el sistema escolar se presenta como algo estático, arcaico y encorsetado (en general), alejado de sus intereses, poco motivador, nada apasionante… ¿y les vamos a pedir sólo su necesario e imprescindible esfuerzo para que encajen en el sistema en vez de que el sistema se adapte a ellos? ¿No tendríamos que hacer una adaptación mutua, en todo caso? Seguimos, en general, dando clase como hace treinta años y, aunque el esfuerzo no varíe, creo que es necesario lo que dice Pepu a los empresarios:
La innovación es una obligación.
Eso sí, que no sea sólo por el mero uso de las Nuevas Tecnologías, sino por un uso que permita un aprendizaje diferente, retador, apasionante, con su dificultad y esfuerzo, como dice el Profesor Potâchov. Y eso no quita que algunos aprendizajes sean más repetitivos hasta que se generalizan, pero no todos los aprendizajes pueden ser memorísticos y repetitivos.
Imagen: FlickrCC
Víctor: gracias por tu artículo; la lucidez con la que tratas el tema de la convivencia en los centros educativos no esconde el cariño y la pasión que sientes por tu trabajo. Ya lo sabía, pero este pedazo de post lo confirma.
Un abrazo.
Gracias, Angus, creo que simplemente el blog es la excusa para hablar del tema con otras personas. A veces tengo la sensación de que los árboles no nos dejan ver el bosque.
Un abrazo para ti también.
Excelente articulo sobre el " quid " de la convivència: el grupo.
Lo acabo de descubrir, y estoy totalment de acuerdo.
Es en el grup y con el grup con el que podemos construir la convivéncia y aprender a convivir.
Un saludo
Roser