El pasado fin de semana del 12 al 14 de marzo se celebró en Sevilla el V Encuentro Nacional de Orientación bajo el lema «Educar y orientar en la diversidad». El Encuentro tuvo de todo, como en botica, pero desde luego que fue una grata experiencia reencontrarme con compañeros a los que llevaba tiempo sin ver y poder intercambiar experiencias del trabajo. Voy a escribir varias entradas sobre los contenidos del Encuentro y hoy quiero empezar con Miguel Angel Santos Guerra, uno de los psicopedagogos más lúcidos de España, totalmente alejado del discurso neoliberal dominante, tanto en sus vertientes progresistas como conservadoras. Apasionado de la Escuela, Santos Guerra es maestro, profesor de Bachillerato, catedrático de la Universidad de Málaga y, sobre todo, es una persona profundamente humana. Compartió el Encuentro con nosotros los tres días, las cenas y los descansos, como uno más, algo que nunca había visto en los ponentes al uso. Por cierto, os recomiendo que sigáis su blog El Adarve.
La gallina no es un águila defectuosa
Miguel Ángel Santos Guerra me impactó por su mensaje claro, contunde y alejado de lo políticamente correcto, es decir, del pensamiento neoliberal que sacude al sistema educativo de arriba a abajo. Su defensa de la diversidad como valor en la Escuela fue contundente, apasionada y argumentada, salpicando su charla con fábulas que la hicieron amena. Santos Guerra conoce de primera mano a los orientadores porque su mujer lo es. Habló de la diversidad como una oportunidad para enriquecer a los alumnos y profesores pero citó que el currículo igual para todos sólo conduce a muchos de los alumnos al fracaso. Del papel de los orientadores en la Escuela enfatizó sobre la importancia de que seamos transformadores, que no nos instalemos en la queja, que sepamos emocionarnos en nuestro trabajo, que luchemos por la diversidad y la inclusión, que superemos los análisis simplones de los problemas escolares y que, finalmente, trabajemos en equipo siendo creativos. Me gustó que hiciera mucho hincapié en lo que podemos hacer y no en lo que no podemos hacer.
Una fábula del autor puede ilustrar el contenido de su intervención:
Cierta vez, los animales del bosque decidieron hacer algo para afrontar los problemas del mundo nuevo y organizaron una escuela. Adoptaron un currículum de actividades consistente en correr, trepar, nadar y volar y, para que fuera más fácil enseñarlo, todos los animales se inscribieron en todas las asignaturas.
Al terminar el año, un anguila anormal, que podía nadar de forma sobresaliente y también correr y trepar y volar un poco, obtuvo el promedio superior y la medalla al mejor alumno.
El pato era estudiante sobresaliente en la asignatura natación. De hecho, superior a su maestro. Obtuvo un suficiente en vuelo, pero en carrera resultó deficiente. Como era de aprendizaje lento en carrera tuvo que quedarse en la escuela después de hora y abandonar la natación para practicar la carrera. Estas ejercitaciones continuaron hasta que sus pies membranosos se desgastaron, y entonces pasó a ser alumno apenas mediano en natación. Pero la medianía se aceptaba en la escuela, de manera que a nadie le preocupó lo sucedido salvo, como es natural, al pato.
La liebre comenzó el cuso como el alumno más distinguido en carrera pero sufrió un colapso nervioso por exceso de trabajo en natación. La ardilla era sobresaliente en trepa, hasta que manifestó un síndrome de frustración en la clase de vuelo, donde su maestro le hacía comenzar desde el suelo, en vez de hacerlo desde la cima del árbol. Por último enfermó de calambres por exceso de esfuerzo, y entonces, la calificaron con 6 en trepa y con 4 en carrera.
El águila era un alumno problema y recibió malas notas en conducta. En el curso de trepa superaba a todos los demás en el ejercicio de subir hasta la copa del árbol, pero se obstinaba en hacerlo a su manera.
La diversidad no es una lacra sino un valor. Estamos creando una Escuela que tiende a homogeneizar a todos en sus caminos y en sus metas. El «niño tipo» en la Escuela es el varón, de raza blanca, que habla el lenguaje hegemónico, católico, payo, sano, vidente… los profesores preparamos la clase pensando en él, como si los demás no existieran. A los diferentes, les decimos que cambien, que se adapten, en vez de que sea la Escuela quien se adapte a su diferencia.
Las diferencias son consustancialmente humanas y la riqueza de las diferencias ha propiciado el progreso. Negar el valor de la diferencia sólo crea exclusión y fracaso. ¿Por qué no empeñarnos en crear una Escuela que permita a todos los alumnos aprender, respetarse y quererse? Como dice Santos Guerra, el pato se amarga en la Escuela, se desnaturaliza. Acaba nadando peor. Se compara con los que trepan y vuelan y se siente desgraciado. Incluso aprende a ridiculizar a quienes nadan peor que él. En definitiva, se convierte en una víctima.
Acabo con una reflexión que nos transmitió:
Es necesario que la institución educativa se abra al aprendizaje, que se haga preguntas, que sea sensible a la crítica, que analice sus prácticas. De lo contrario, estará condenada a la rutina, al individualismo y al fracaso. La Escuela no tiene sólo la tarea de enseñar. Para poder hacerlo adecuadamente, tiene que aprender. Las instituciones inteligentes aprenden siempre. Las otras, tratan de enseñar co excesiva frecuencia.
Si queréis descargar el libro El pato en la Escuela o el valor de la diversidad que recoge sus principales ideas sobre el tema, pinchad en el enlace siguiente.
El pato en la Escuela o el valor de la diversidad
Imagen: FlickrCC
Una aportación estupenda de lo que fue el Encuentro, a mí también me gustó especialmente Miguel Ángel Santos Guerra.
Y tu Blog también es un excelente trabajo, ya me he suscrito y además he puesto un enlace en el mío. Gracias por tu comentario sobre él 😉
Muchas gracias Mamen, tengo sindicado tu blog también en mi lector de feeds, jaja, seguimos en contacto.
Un saludo
Si ya lo decia yo, jejeje Menos mal que hay agluien que me da la razon.Por un momento pense que me habia dejado llevar por la grandiosidad del momento, pues estabamos contemplando el cielo archi- plagado de estrellas en El Lago Nasser.Nunca habia visto juntas tanta cantidad de estrellaas, incluidas estrellas fugaces y la vision perfecta de La Via Lactea ( lo que nos perdemos cada noche en occidente gracias a la contaminacion luminica.ES UNA PENA!!!)
He leído con interés tu aportación sobre Miguel Ángel Santos y sus conclusiones.
Lo encuentro interesante y sólo espero que sea leído por muchos docentes.
Un abrazo y gracias.
Hola Mariano. Es muy difícil que cambien ciertas visiones de la Escuela. Ojalá nuestro reciclaje pasara, también, por una visión acorde al siglo en que vivimos.
Gracias por tu comentario.
He leído tu aportación sobre Miguel Ángel Santos y me parece interesante. Estamos trabajando este mismo texto en la Universidad y la verdad es que me ha sido de gran ayuda leer tú punto de vista sobre el encuentro.
Te sigo en Twitter, sigo tú blog desde el mio ya que me parecen muy interesantes las aportaciones que haces a la educación.
Un saludo.
Gracias por tus palabras, Susana. Espero que os sea especialmente útil ya que veo en los últimos años a muchos profesores noveles cuestionando la integración de alumnado con discapacidad y con muy pocas habilidades para trabajar de forma diferente a la clase magistral.
Un cordial saludo