Hace unos meses leí en The Chronicle Review el artículo de Ken Bain que lleva por título What Makes Great Teachers Great?, algo así como ¿Qué hace grandes a los grandes profesores?. El artículo es un resumen del libro del mismo título publicado en 2004 en su versión inglesa y que está publicado en español por la Universidad Politécnica de Valencia con el título Lo que hacen los mejores profesores universitarios en 2005. Tras un tiempo en espera de la reedición, he conseguido el libro y lo he leído con interés, comentándolo con colegas profesores universitarios a los que, naturalmente, no había pasado desapercibido.
El libro ha sido comentado ya en la blogosfera, entre otros, por La mirada pedagógica y por El Adarve, quienes recogen en sus blogs las características de esos profesores. Ken Bain dirigió una investigación con más de 60 profesores de diferentes disciplinas para tratar de determinar que tenían en común que explicara el alto desarrollo intelectual de sus alumnos y sus altos resultados académicos. La investigación concluye la importancia de crear un ambiente natural de aprendizaje crítico en las clases. Natural porque lo que les importa a la mayoría de los estudiantes es hacer preguntas sobre aquello que encuentran interesante de manera natural, tomando decisiones, defendiendo sus puntos de vista, recibiendo las críticas a los mismos y a su esfuerzo y así sucesivamente. Crítica porque al pensar críticamente, los alumnos aprenden a razonar desde la evidencia y a examinar la calidad de sus razonamientos o mejorarlos mientras piensan, plantando hipótesis y preguntas profundas. Este es el principio más importante a todos los demás.
Quiero fijarme en un aspecto central de la docencia de estos profesores y que me ha resultado particularmente útil para aplicar a mi propia práctica: cómo preparan la docencia haciéndose preguntas:
- ¿Qué destrezas, capacidades o calidades ayudará a desarrollar mi asignatura y cómo podré alentar el interés de mis estudiantes en estas cuestiones y capacidades? Los grandes profesores planifican hacia atrás, comenzando por los resultados que esperan fomentar, al tiempo que se interrogan sobre cómo atraer el interés por la asignatura por parte de los estudiantes. Qué espero que aprendan.
- ¿Qué capacidades de razonamiento deben tener o desarrollar los estudiantes para responder a las preguntas que plantea el curso? Aquí emergen las capacidades necesarias para comprender los conceptos centrales de la asignatura, con las capacidades de analizar, sintetizar, hacer razonamientos deductivos e inductivos, etc.
- ¿Qué modelos mentales es probable que traigan los estudiantes al aula y que desearé que cambien’ ¿Cómo podré ayudarles a construir ese desafío intelectual? Aquí emerge la necesidad de conocer los supuestos y contenidos previos de los alumnos.
- ¿Qué información necesitarán entender mis estudiantes para responder a las principales preguntas del curso y desafiar sus presunciones? ¿Cómo podrán obtener esa información de la mejor manera posible? Es decir, qué necesitan los estudiantes para aprender aunque estén fuera del aula. Los recursos que tenemos a nuestro alcance gracias a Internet, por ejemplo, son una gran ayuda, a parte de los conocimientos previos necesarios para adquirir ciertos conceptos.
- ¿Cómo ayudaré a los estudiantes que tengan dificultades a la hora de comprender las preguntas y de utilizar las evidencias y razonamientos para responderlas? Necesariamente, esto nos lleva a plantearnos diferentes métodos para razonar y trabajar conjuntamente entre los estudiantes. El uso de Moodle, por ejemplo, con la variedad de actividades me resulta especialmente apropiado.
- ¿Cómo enfrentaré a mis estudiantes con problemas conflictivos (puede que incluso con declaraciones conflictivas acerca de la verdad) y les animaré a que se esfuercen (quizás en colaboración) con los temas? Los debates, el planteamiento de hipótesis, el desafío de domas, son ejemplos de esto. Un amigo profesor anima a sus alumnos, hablando de los planteamientos sobre la creación del mundo en Geología, a demostrar que Dios no creó el mundo, una visión histórica que ha perdurado durante siglos y que tiene un fuerte arraigo cultural. En este sentido, en mis clases tuvimos un encendido debate sobre la existencia de Dios, desde el punto de vista de la Psicobiología, huyendo de planteamiento morales y basándonos en las evidencias de la ciencia sobre la estimulación de áreas cerebrales en personas que «dicen tener la experiencia de Dios».
- ¿Cómo averiguaré lo que ya saben y lo que esperan del curso, y cómo podré reconciliar las diferencias entre mis expectativas y las suyas? Esta idea es especialmente interesante: un cuestionario previo, una pregunta ambigua, una lluvia de ideas… ayudan a saber lo que saben los estudiantes sobre algo y el interés por el tema en concreto. Frecuentemente, además, los estudiantes muestran interés por temas «fuera de programa» que amplían la visión de la asignatura y la enriquecen, ¿por qué no incluirlo en las clases?
- ¿Cómo ayudaré a los estudiantes a aprender a aprender, a examinar y valorar su propio aprendizaje y capacidad de razonamiento, y a leer de forma más efectiv, analítica y vigorosa? Este aspecto es especialmente importante para que los estudiantes aprendan de sí mismos y de sus errores.
- ¿Cómo averiguaré la forma como están aprendiendo mis estudiantes antes de calificarlos, y cómo los realimentaré antes -e independientemente- de cualquier calificación que les dé? Cuando corrijo las tareas de clase (de nuevo con Moodle es muy apropiado) suelo devolverles preguntas que les lleven a hacer explícitos los razonamientos que hay detrás de sus afirmaciones, permitiéndoles rehacerlas de nuevo aprendiendo de sus propios errores o incorporando nuevos puntos de vista. Finalmente, acabado el proceso de ida y vuelta (que puede tener varios recorridos) llegará la calificación conforme a los criterios previamente asignados. De esta forma huyo de la pregunta inmediata: ¿qué nota tengo, profe?
- ¿Cómo me comunicaré con mis estudiantes de manera que los mantenga pensando continuamente? Qué recursos utilizaré para que estén centrados en la tarea usando un tono coloquial que no sea un monólogo, de modo que todos tengan su hueco en la clase. Cuándo me callaré para escuchar, qué repetiré, usaré ayudas visuales, qué materiales distribuiré y cuándo, hablaré de espaldas a ellos escribiendo en la pizarra…
- ¿Cómo explicaré de forma comprensible los criterios de calificación y porqué usaré esos criterios? ¿Cómo ayudaré a los estudiantes a calificar su propio trabajo usando esos criterios? Los criterios de calificación generales de la asignatura o específicos por trabajos concretos deben explicarse y usarse como fuente de autocalificación. Si no son capaces de juzgar la calidad de su propio trabajo, es que no han aprendido.
- ¿Cómo entenderemos de la mejor forma los estudiantes y yo mismo la naturaleza, el progreso y la calidad de su aprendizaje? Esta cuestión está relacionada con conocer la forma de razonar de los estudiantes.
- ¿Cómo crearé un entorno para el aprendizaje crítico natural en el que insertar destrezas y la información que quiero enseñar mediante ejercicios (cuestiones y tareas) que los estudiantes encuentran fascinantes? ¿Cómo podré porporcionar un entorno seguro en el que los estudiantes puedan probar, fallar, realimentarse y volver a probar?
Lo que más me ha gustado del libro es que está escrito por un profesor de Historia (nada sospechoso de ser Psicólogo educativo o algo por el estilo) y porque en su lenguaje recoge todo lo que las Ciencias de la Educación han aportado en las últimas décadas sobre cómo aprenden los alumnos. El libro, escrito en un lenguaje sencillo y lleno de ejemplos, al más puro estilo americano, es un soplo de aire fresco.