A pesar del título de la entrada, creedme, no voy a hablar de fútbol. Mejor, no voy a hablar sólo de fútbol, voy a hablar de la vida, la vida misma.
Soy orientador educativo en un instituto público de Secundaria, en Fuenlabrada. Trabajo con alumnos de un nivel socio económico bajo, cuyas familias no tienen una agenda que permita enchufar a sus hijos en empresas multinacionales o amigos que vayan a recomendarles en las mismas. No, mis alumnos sólo se tienen a sí mismos. Lo cuento en las sesiones de orientación para que tomen conciencia de la dificultad de hacerse un hueco en esta sociedad tan competitiva y tan cruel. Pero la sociedad es la que es, nos guste más o menos.
Por eso les digo que nunca dejen de creer en sí mismos y que trabajen duro, lo más duro posible, para conseguir sus metas personales. Les digo que sueñen, que crean en ellos mismos, pero que la vida es dura, que nadie te regala nada y que en su situación, van a tener que sacar lo mejor de sí mismos para poder tener un proyecto personal.
Es el mensaje que Cholo Simeone transmite a los suyos:
Si uno lucha y trabaja, si uno cree, se puede.
Sin embargo, no es suficiente. Trabajar duro, luchar y prepararse no será suficiente. Hará falta un poco de suerte, una pizca de azar, quizás una pequeña ayuda. Porque en la vida, desgraciadamente, no es suficiente con hacerlo bien, trabajar y luchar, para llegar a tus metas. Sin embargo, lo que es seguro, es que sin ese esfuerzo, no se llega a ningún sitio.
Mis alumnos, miles de alumnos como los que estudian en mi centro, no tienen una agenda o un presupuesto detrás que les permita realizar sus sueños a no ser que tengan detrás una excelente preparación. Aún así, puede que éste nunca llegue. En nuestro país, la meritocracia no existe por desgracia. Como en el fútbol.
Si tengo que elegir, siempre elegiré creer en unos valores y luchar por ellos. Siempre creeré en la fuerza del trabajo y la constancia para lograr los sueños. Aunque me lleve toda la vida conseguirlos. Quizás ése sea el camino, el único camino.
Algún día el trabajo, el esfuerzo y la constancia tendrán premio. Algún día nuestros hijos, nuestros alumnos, accederán a los puestos de trabajo, a los proyectos personales que merecen, porque vivamos en un país donde, por encima de todo, el esfuerzo, la constancia y la honradez son la base del éxito. Y nada más.
Nunca dejes de creer
Las derrotas te hacen más fuertes. Así es la vida. Nada que se consigue fácilmente se disfruta de la misma manera que cuando detrás hay un esfuerzo previo. La humildad, la constancia y la dedicación son valores universales, valores que guían la vida. Nada de éxitos a cualquier precio, con atajos, con ayudas. El éxito, cuando llega, que venga de la mano del trabajo bien hecho.
Aprendamos de las derrotas para ser más fuertes, para seguir luchando, para seguir creyendo. Porque lo que es cierto es que nunca debemos renunciar a nuestros sueños tras la derrota sino coger de nuevo fuerzas para seguir persiguiéndolos. Si podemos extraer del loco mundo del fútbol alguna enseñanza que sea ésta.