Aunque no uso el Messenger, hace unos días recibí un correo electrónico de una de mis alumnas que necesitaba tener una entrevista conmigo. Dado que estaba en casa de baja, le dije que no tenía más opciones que esperar a mi reincorporación o usar el Skype para hacer una videoconferencia.
Profe, mejor usamos el Messenger; esta es mi cuenta…
Vale, pero nunca lo he usado, así que no sé muy bien qué tal funcionará
Me manda su correo, instalo el Messenger y de pronto, a la hora indicada, en la pantalla aparece un chorizo lleno de símbolos, emoticonos y trozos de una frase cuyo significado desconozco que me pide autorización para ser su contacto.
Será xx, mi alumna, pensé yo.
Hola profe… ¡bingo!
A partir de ese momento, me introduje en un lenguaje lleno de símbolos, emoticonos, abreviaturas imposibles y velocidad diabólica… la de mi alumna.
Por favor, escribe normal que no me entero de nada
Eske aki eskrbms asi, es + komdo
Ya veo… pero no te entiendo
Durante casi una hora dimos vueltas a ciertos problemas propios de la edad y que necesitan ser abordados con extrema urgencia. Parece que la entrevista sirvió de algo, al menos a juzgar por las sensaciones que me trasmitió al acabar y en días posteriores.
Acabo con una pequeña reflexión: esto de las nuevas tecnologías nos está cambiando la forma de entender y hacer, en mi caso, una entrevista de orientación. Está claro que no manejé los parámetros que usamos en las entrevistas presenciales, es decir, el momento, la comunicación no verbal, el contacto visual, los tonos y formas de hablar… pero funcionó, con un medio más parco, en el que me siento muy torpe pero que, por lo que se ve, los chavales tienen plena confianza. Si se cuentan toda su vida con el Messenger, porqué no hacerlo con un orientador. Y es que empiezo a creerme eso de los nativos digitales que con buen hacer comenta Fernando Santamaría.
Todo el día peleándome para que mis alumnos no entren en el Messenger y ¡haciendo orientación con él!
Me interesa información sobre la actividades que realizais.