El miércoles pasado tuvimos un hangout un grupo de orientadores de distintas a Comunidades Autónomas a instancias de la iniciativa de Alberto del Mazo de la comunidad Orientapas que ejerció de moderador. En la videoconferencia participamos Claudio Castilla desde Lorca (Murcia), Mónica Diz desde A Coruña (Galicia), Miguel Ángel Valverde desde La Línea de la Concepción (Cádiz) y Mábel Villaescusa desde Valencia, además de yo mismo. En la charla todos compartimos cómo nos está afectando a nuestro trabajo que estemos a estas alturas de curso sin las leyes del nuevo sistema educativo que echa a andar el próximo curso en Secundaria y Bachillerato, etapas en las que trabajamos los cinco orientadores. Todos coincidimos en la preocupación, la dificultad y la incertidumbre que supone hacer así nuestro trabajo y que los grandes perjudicados son el alumnado y sus familias. Os dejo el hangout completo para que saquéis vuestras propias conclusiones.
Aunque ya han contado tanto Claudio como Alberto las implicaciones que supone el realizar nuestro trabajo como orientadores sin que tengamos más que borradores de los currículos de la LOMCE de las diferentes CC.AA., quisiera añadir mis reflexiones personales.
No somos orientadores
La imposibilidad de que los alumnos, familias y profesorado tengan la información veraz sobre una nueva ley educativa hace que no se pueda desarrollar todo el proceso de orientación académica y profesional. Falta información, sobran rumores. No cualquier información, matices o detalles, en absoluto. Hablamos de información esencial para tomar decisiones: currículo, optativas, promoción, itinerarios… no hay nada publicado, luego no hay nada claro.
Improvisación, un mal camino
Una reforma educativa no puede improvisarse. Al margen de las consideraciones sobre la nueva ley educativa, la LOMCE, la implantación de la misma no puede hacerse deprisa y corriendo, con improvisación. Ya sufrimos el curso anterior la improvisación en la puesta en marcha de la Formación Profesional Básica. Fue una escolarización caótica que no ha tenido precedentes en los años que llevo trabajando. No parece razonable que apenas tres semanas antes de las elecciones que cambiarán a los inquilinos de las Consejerías de Educación de casi todas las Comunidades Autoomas de España, estemos sin los decretos de currículo de Primaria y Secundaria.
Sin consenso, sin escucha
La LOMCE nace sin un consenso político elemental. Sólamente el Partido Popular y la Iglesia, además de una parte considerable de la Escuela Concertada y Privada, apoyan la ley. El resto de partidos políticos, los sindicatos docentes de todo signo, la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos, mayoritaria en España, los movimientos de renovación pedagógica y, desde luego, las asociaciones de orientación educativa representadas en COPOE; todos están en contra de esta ley. Ni escucha, ni consenso. No podemos trabajar sin que la Educación sea considerada como algo por encima de luchas partidistas.
Una sociedad de la incertidumbre
Vivimos una sociedad de incertidumbres, de ausencia de certezas, de liquidez. Preparamos a nuestros alumnos para un mundo cambiante y vertiginoso. No añadamos más incertidumbre a la que ya tiene la vida de por sí. Precisamente por esto, el sistema educativo debería capacitar al alumnado para que se desenvuelva en estos entornos cambiantes en los que vivimos. La ley educativa debería ser un elemento de confianza y estabilidad para todos.
Tu proyecto de vida
La orientación académica contribuye a que el alumnado pueda tomar decisiones encaminadas a desarrollar su proyecto personal. En las actuales circunstancias, la ausencia de referentes legislativos dificulta la toma de decisiones. No es una cuestión baladí, habida cuenta de la enorme trascendencia que tienen ahora las decisiones con el nuevo sistema educativo en el que se abandona para siempre la visión comprensiva para optar por un sistema selectivo del alumnado.
La orientación es un derecho
La orientación es un derecho inherente al derecho a la educación. Los alumnos y sus familias, además de los propios profesores, necesitamos un marco estable para ejercer ese derecho. La orientación fue considerada en los años noventa como un factor de calidad del sistema educativo. Durante años se le dotó de herramientas para poder desarrollar las múltiples funciones encomendadas. También se dotaron recursos personales y materiales. Con el paso de los años, lejos de aumentar la consideración de la orientación, sufrimos el desprecio, los recortes y el desprestigio, como el resto de la profesión docente.
¿Y qué haré el próximo lunes?
El próximo lunes tendré que volver al instituto. Tendré que retomar el trabajo como orientador en medio de la incertidumbre y las dudas. No imagino a otras profesiones o colectivos con el nivel de responsabilidad que tenemos nosotros pasar por lo mismo. No lo aceptaría nadie.
Gracias por participar en el hangout, Víctor, y por contar tan claramente en esta entrada la dificultad de orientar con borradores cambiantes. Un saludo