Semillas del cambio (educativo)


Durante años he leído (y he sido partícipe de ello) que el cambio educativo iba de la mano de prácticas disruptivas que ponían patas arriba lo que se venía haciendo hasta ahora. Se habla de educación transgresora, de educación líquida, de rEDUvolution, de aprendizaje ubicuo, de dar la vuelta a la clase… la lista es interminable. Normalmente, estas prácticas se han desarrollado en los márgenes del sistema para, poco a poco, tomar carta de naturaleza con la intención de generalizarse, o al menos esa era la intención.

La realidad es que el cambio educativo es muy difícil, es una quimera diría yo. Formamos parte de una estructura férrea y sólida como pocas, impermeable a vaivenes políticos, legislativos y sociales, ajena a los avances científicos que en cualquier otro campo se incorporan con entusiasmo. Hablo del sistema educativo, naturalmente. Ha sobrevivido sin inmutarse los últimos doscientos años y no está excesivamente preocupado en que no cumpla con las funciones que le son encomendadas por la sociedad. A pesar de ser enormemente ineficaz, a pesar de ser manifiestamente mejorable, cuenta con entusiastas dentro y fuera que se encargan de que nada cambie, de que todo siga igual.

Pero yo quiero cambiar

Durante los últimos diez años he abrigado la esperanza de un cambio en la Escuela de la mano de las TIC. Me he implicado personalmente en colectivos como Aulablog con los que he compartido ese mismo sueño, a la vez que prácticas y experiencias de cambio en el aula. En el seno de Aulablog hablábamos de acompañar los procesos de cambio, de dar soporte, de dar pistas de conectar a profesores que estaban atrapados en sus claustros.

Sin embargo, en este largo camino he visto como el cambio ha resultado doloroso y difícil para muchos docentes, porque proponíamos objetivos demasiado ambiciosos o simplemente porque las propuestas suponían un cambio radical en las prácticas educativas que venían haciendo. El resultado es el mismo: comenzamos algunas prácticas nuevas pero en lo sustancial la enseñanza sigue siendo la misma ya que éstas son abandonadas al cabo de un tiempo.

Sería injusto achacar al profesorado la única responsabilidad en el cambio educativo. Faltaría más. Otros actores importantes, como la Administración y las familias, tienen su parte de responsabilidad. A la Administración le debemos exigir medios, materiales y humanos, que no tenemos; también mayor control del uso de los mismos, y control de la profesionalidad de los docentes; debería, además, proporcionar al profesorado un desarrollo profesional que no sea el mero paso del tiempo. Es un aspecto clave, fundamental. Luego está el tema de las leyes educativas. Pero dejo eso al margen.

Volviendo a mi responsabilidad como docente en el cambio. Decía que he vivido en muchas ocasiones intentos de cambio que no han llegado a buen puerto. Han sido experiencias dolorosas porque sólo hacen que confirmar la inercia y predisponen negativamente a quienes las han vivido para negarse a participar en propuestas posteriores. Un cambio no debería ser doloroso, ni traumático, ni tampoco especialmente difícil. El cambio, eso sí, debería estar acompañado de una voluntad férrea y del propósito de transformar lo que ya hacíamos en el aula.

Los cambios de fondo que he visto en el sistema educativo se asientan en pequeños pasos que se dan día a día y consolidan nuevas formas de trabajar. Se trata de cambios en la metodología, en la convivencia, en la evaluación, en el uso de los materiales curriculares, etc. y en la posibilidad de combinar todo ello para trabajar con otras personas fuera de tu aula, gracias a Internet.  Es imposible querer cambiar de golpe todo, así que hay que fijarse pequeños objetivos en los que introducir los cambios, probarlos en el tiempo, evaluar sus efectos y consolidarlos. Y así una y otra vez… en un proceso largo e interminable, como la vida misma.

Hablo de cambios, además, que son colectivos, no estrellas de un aula, asumidos como propios por los claustros que se identifican con los mismos. El soporte de la comunidad de profesores en Internet es necesario para no sentirse solo pero nuestro trabajo se realiza en un centro educativo concreto, con compañeros, alumnos y familias concretas. No olvidemos que cualquier actuación que no mejore lo que hacemos en nuestro centro tendrá siempre algo de fracaso. Por eso, los esfuerzos, los desvelos, las invitaciones y las reflexiones tenemos que hacerlas dentro del centro aunque después las compartamos fuera del mismo. No sea que las semillas del cambio sólo sean semillas virtuales.

 

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4 comentarios en «Semillas del cambio (educativo)»

  1. Me identifico totalmente con tu visión sobre el cambio. Es difícil y a veces agota. Creo que las administraciones educativas favorecen constantemente el «no cambio» . Es más fácil controlar un sistema reglado.

  2. Hola Víctor:
    Me apunté al curso pero, no lo he comenzado, os voy siguiendo. a lo largo del curso he realizado formación y a estas alturas estamos bastante cargado.
    Me identifico totalmente con tu artículo. Muchos somos los que creemos con el cambio y nos estamos esforzando en ello, pero como no sean las administraciones se pongan las medidas adecuadas y desde el centro los mismos equipos educativos no apoyen y motiven los esfuerzos son muy grandes,pero hay se quedan. Yo trabajo con las familias, pero claro me dicen: y al curso siguiente ¿qué?. Está claro que tenemos que se tiene que trabajar en lo cercano, pero nos lo favorecen tan poco, ni desde el equipo directivo nos facilitan con el horario que estando en el siglo XXI y trabajando con las nuevas tecnologías no puede ser el mismo que hace 30 años, se requiere un poco más de tiempo para poner los recursos a disposición delos demás y de los alumnos a lo que te contestan que tu horario es más amplio que el que estás en el centro. A mi no creo tengan que recordármelo, pues empleamos más que esas horas, Desde la administración, inspección, nos sigue exigiendo llenar el horario con atención total a alumnos siguiendo los pasos de años y años a atrás como si nada hubiera cambiado.
    Creo los cambios que en la escuela se deben estar produciendo debiera venir motivados desde la administración en sus estrado y nos apoyaran para que se llevara a cabo de forma uniforme y no de forma puntual como bien tú comentas

    1. Uno de los problemas graces que apuntas por parte de la Administración educativa es la visión casi inmovilista del sistema. Dices que tenemos horarios rígidos y nuevas necesidades, desde luego. Sin embargo, la Administración contempla como si el tiempo no pasara nuestra situación, aunque sólo en un aspecto, porque nos ha aumentado la carga de trabajo y reducido los recursos humanos. En eso no han tenido problema alguno. Desde luego, es necesario reconocer que si estamos conectados fuera del horario, estamos trabajando pero eso también me parece un problema. ¿Tenemos que estar siempre a disposición del alumnado y las familias? ¿No tenemos derecho a un horario determinado en el que desconectar? Yo cada día me planteo esto de forma más seria porque acabas tan centrado en la Educación que renuncias a hobbies, a relaciones a otras cosas… y la vida se va pasando.

      Un saludo cordial

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