Emilio Calatayud es Juez de Menores de Granada, en Andalucía. Dice verdades como puños, saliéndose de lo políticamente correcto. Lo traigo aquí porque lo vi en Twitter, de la mano de Jon Bustillo. Emilio Calatayud es famoso porque como Juez de Menores dicta sentencias ejemplares pero será cada vez más famoso porque tiene unos criterios educativos absolutamente claros y diáfanos, especialmente en lo referido a la educación de los hijos por parte de sus padres.
Yo no soy colega de mi hijo, soy su padre.
Dentro de mi pequeño círculo de compañeros que nos dedicamos a la Educación, alguno como Toni Solano destaca especialmente en la reivindicación del papel educador de la familia y la Escuela, olvidándonos de teorías psicoeducativas que sugieren la dejación del papel que padres y educadores tienen en sus ámbitos respectivos. Durante los últimos años, nos hemos volcado tanto en la protección de la infancia, hemos hecho tanto hincapié en sus innegables derechos que hemos olvidado que los niños tienen deberes que cumplir, tanto en el ámbito familiar como en el escolar.
Como dice Emilio Calatayud en los vídeos que os muestro, hemos pasado del padre autoritario al padre condescendiente que exonera a sus hijos de cualquier tipo de obligación. Es la teoría del pendulazo que explicaría cómo los modelos de autoridad han pasado del autoritarismo al laissez-faire haciendo un flaco favor a los hijos. Ahora, hay que recurrir a las leyes para arreglar un fracaso social evidente: ni padres ni profesores tenemos autoridad.
En mi trabajo cotidiano como orientador me encuentro, de forma recurrente, como las familias protegen a sus hijos haciéndoles mucho mal. En vez de mostrarse como referentes adultos, que les protegen pero también les reprenden cuando algo no está bien; en vez de ofrecerles apoyo junto a límites y normas claras; en vez de ejercer su autoridad y obligarles a cumplir sus obligaciones, se sienten culpables porque no les dan todo lo que sus hijos les piden y porque piensan que no son totalmente felices. Eso sí, los padres me lo cuentan reconociendo que se matan a trabajar por sus hijos y que todo en casa gira en torno a ellos.
Cuando en casa todo gira en torno a los hijos, ¿con qué fuerza moral voy a exigirles nada? ¿Acaso no están aprendiendo que son el centro del universo y que nada ni nadie puede contradecirles? Sólo así se explica cuando en el Instituto, un padre de un alumno que ha hecho una trastada espeta al profesor:
Mi hijo dice que no ha hecho nada y yo le creo
En fin, os dejo con las verdades como puños de Emilio Calatayud, reciente Premio al Mérito a la Educación.
No se puede decir más claro. En todos los sectores hay gente sensata que sabe de qué va esto de la educación, pero también hay una masa más o menos numerosa que «objeta» de sus responsabilidades y, encima, echa la culpa a los demás. A los padres salpica directamente por una cuestión genético-familiar, pero no podemos disculpar al resto de «agentes sociales» que escurren el bulto o, al menos, no facilitan la tarea de las familias.
Gracias por la mención. Un saludo.
Antonio, como bien dices, son demasiados balones fuera como para que nos tomemos la educación en serio. En fin, seguiremos haciendo lo imposible.
Saludos
Después del enorme debate que hemos tenido en Twitter a propósito de esta entrada, hago un par de puntualizaciones.
1. Hablar con los hijos es positivo,necesario e indispensable. En la adolescencia hay que hablar y negociar más que cuando son pequeños, desde luego, porque ya no sirve imponer -sin más- su punto de vista. Esto no quita, en absoluto, para que los padres ejerzan la autoridad con algunos temas y pongan límites a sus hijos.
2. Autoridad no es lo mismo que autoritarismo. Abogo por la autoridad, porque la ejerzamos como educadores y como padres, sin caer en el autoritarismo.
Nada más.
Ahí está el centro de la cuestión: autoridad no es autoritarismo. Hemos pasado de una educación autoritaria a una educación sin autoridad y tendremos que encontrar el punto medio, si es que interesa encontrarlo, claro. A veces pienso que en realidad no se quiere encontrar porque educar analfabetos funcionales quizá es muy rentable. No sé pero es que los supuestos políticos progresitas hacen y permiten cada cosa que ni en las mejores épocas de Franco.
Un saludo, Montse
Gracias Montse, es un alivio leer tu opinión. Ya pensaba que se me había ido la pinza en exceso por reivindicar el papel de la autoridad de educadores o padres, eso sí, sin caer en el autoritarismo. No creo que hagamos nada bien en dejar de hacer esa función tan importante.
Saludos
Víctor, tranquilo, no creo que hayas perdido nada por valorar el papel de la autoridad en los educadores y educadoras. Por miedo a ser tachados de autoritarios, algunos defienden una pedagogía del ñoñerismo que no conduce nada más que al desastre y a la confusión. La autoridad no tiene que ser autoritaria, ni humillante, ni agresiva, ni despótica, ni tiene que dar miedo; puede y debe ser una autoridad cercana, comprensiva, empática, tierna, pero autoridad al fin y al cabo que tiene que exigir y pedir esfuerzo si no es fantasía y engaño. La vida no es jauja y eso se tiene que aprender sin necesidad de transmitir miedo ni humillación.
Un abrazo, Montse